Después de 10 horas y 39 minutos, el gran maestro estadounidense de origen uzbeko Timur Gareev (2.675 puntos Elo, número 70 del mundo) jugó el miércoles en Saint Louis 33 partidas simultáneas a la ciega, con notables resultados: ganó 29 partidas y entabló cuatro. Su objetivo es superar en diciembre el récord del mundo, con 64 simultáneas a la ciega, una proeza que puede resultar incluso peligrosa y que la Unión Soviética prohibía a sus grandes maestros.
Jugar una partida sin ver las piezas ni el tablero está al alcance de cualquier buen jugador. Disputar dos o tres a la vez ya requiere la participación de un experto. Mantener bailando en el cerebro las piezas de 33 partidas simultáneas sin perder el paso está reservado a mentes privilegiadas y entrenadas. El récord actual está en manos del alemán Marc Lang, que hace año y medio jugó contra 46 rivales después de 21 horas. El modesto ajedrecista superaba así la plusmarca histórica de Miguel Najdorf, que se enfrentó a 45 jugadores en 1947.
En estos casos, para que el récord se homologue, es necesario que los rivales no sean unos completos inútiles. Gareev se enfrentó a los miembros del club de Saint Louis, con una media de 1.363 puntos Elo, no de la FIDE; sino de la Federación de Estados Unidos. No eran realmente temibles, pero al menos sabían jugar. Entre los rivales de Gareev había tres jugadores de más de 1.800 puntos y cinco de más de 1.600. Asimismo, participó Tony Rich, director del centro, que tiene 2020 puntos y fue una de las cuatro personas que consiguieron tablas.
A Gareev le sirvió para calentar neuronas ante su gran cita, el 21 de diciembre, en la isla hawaiana de Oahu. Antes (del 2 al 13 de mayo), el gran maestro participará en su primer campeonato estadounidense, en el que parte como número dos de la clasificación, por detrás de Gata Kamsky. Este año, además, los organizadores han creado una Liga Fantástica de ajedrez con interesantes premios.
Antes, Gaerev ya había celebrado sesiones a la ciega contra 4, 12 y 18 tableros, en Texas, y contra 27, en Oahu. en una progresión que acabará en diciembre, si las cosas le salen bien, con un nuevo campeonato del mundo. Él mismo cuenta que al principio trataba de retener cada posición en su mente. «La recreaba una y otra vez para tratar de solidificar la imagen. Luego descubrí que eso no era necesario (…) Cuando volvía al tablero, la posición reaparecía automáticamente». Algo que le ayudaba, según su relato, es que los jugadores anunciaran su nombre en las dos primeras rondas. Luego, alguien iba repitiendo los nombres y «la voz funcionaba como un gatillo que reactivaba la posición».
La primera de las sesiones está grabada en vídeo, por si alguien tiene curiosidad.
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