«Verguenza», «Asco de Gobierno», «Todo para Eurovegas», «Las familias no y el juego sí»… Hay cientos de comentarios similares, publicados en todo tipo de foros. Los autores son a menudo personas «normales», que no tienen la obligación de informarse, pero también periodistas e incluso directores de medios. El titular que daba pie a la polémica era un caramelo: «Las pérdidas en los casinos o en apuestas por internet podrán deducirse en el IRPF». Para qué seguir leyendo. Mejor tuitear rápido alguna proclama populista. En la España de Bárcenas y cía, esto es el enésimo escándalo… O quizá no.
Atizar al Gobierno puede ser un ejercicio saludable (como en el viejo y lamentable chiste, aunque tú no sepas por qué lo haces, ellos seguro que sí), pero sacudir desde la ignorancia o con la venda ideológica puesta es una manipulación más, que desinforma a tu público. Mi propio periódico dirigía el tiro hacia el «galimatías imposible» que supondrá la deducción del IRPF por estas pérdidas en bingos y casinos. No es ni de lejos, creo, el peor enfoque posible.
La mayoría iban mucho más lejos. Entric Hernández, director de «El Periódico de Catalunya», tuiteaba: «Gracias a Mr. Adelson, las pérdidas en bingos y casinos se pueden deducir en la declaración del IRPF del 2012. Hagan juego!». Algún conocido jugador de póquer le dijo de todo, en una sucesión de respuestas poco templadas. Otros, como Jairo Moreno, que informa sobre el juego con conocimiento y respeto, intentaron aclarar algunos puntos, parece que sin demasiado éxito. «El País», que informaba relativamente bien sobre la novedad aprobada, tampoco resistía la tentación de deslizar algo de carnaza: «…Una medida que seguro gustará a los impulsores de Eurovegas, que pedían menos presión fiscal para el juego…».
Pero, ¿de qué va todo esto? ¿Resulta que no podremos desgravar el piso y sí lo que perdemos en el bingo? ¿Es otra forma más de favorecer a los mangantes? ¿Es esta la primera consecuencia de la irrupción del elefante Adelson en nuestra cacharrería nacional?
Para empezar, y sin entrar en tecnicismos, la nueva legislación no permite que nadie se desgrave por pérdidas si no declara antes sus ganancias, que además tienen que ser mayores, con lo que siempre «saldrá a pagar». Por primera vez, quienes ganan dinero en casinos o en el juego por internet deberán pagar a Hacienda, algo que no había puesto en marcha ningún Gobierno anterior. 2012 es el primer año en el que los que se forran con el juego deberán tributar (o largarse al extranjero, como ya han hecho muchos, por este u otros motivos).
Y llegamos al punto crítico. Dado este paso, ¿por qué no sangrar del todo a estos millonarios de mala vida que no saben lo que es trabajar? A muchos es lo que les pide el cuerpo, pero resulta que el sector entero es completamente inviable sin que se puedan deducir las pérdidas, con Adelson o sin él. Al principio, se dijo que Hacienda no lo permitiría, más por desconocimiento que por avaricia. Después de infinidad de reuniones, a los responsables del Ministerio se les hizo ver que esto era un disparate.
Esto ya se ha explicado infinidad de veces, pero veamos algún ejemplo: sin deducir las pérdidas, un jugador que gana mil manos al año y y pierde otras mil, con un saldo final de cero (o incluso negativo) acabaría pagando por lo supuestamente ganado. Absolutamente todos los jugadores se convertirían en perdedores y acabaríamos con el juego en cuatro días. Si ese es el objetivo, no es mal camino.
Pondré un caso aún más extremo: un jugador que siempre apuesta una ficha al rojo y otra al negro en la ruleta, como forma tonta de matar el tiempo, tendría que tributar un dineral, porque cada vez que ruede la bolita, descontados los ceros, ganaría con alguna de sus dos apuestas. Que con la otra perdiera lo ganado no contaría para Hacienda.
Lo que estipulan ahora las deducciones que tanto escandalizan es que sólo se tendrá que pagar por el beneficio neto. Si empiezo a jugar con cien euros el 1 de enero y acabo el año con mil, tendré que pagar por los 900 que he ganado. Conviene recordar que hasta hace nada ese dinero iba al bolsillo y el Estado no se enteraba o miraba para otro lado. La mejor manera de ayudar a Adelson, al que ya le están haciendo suficientes concesiones por otro lado, era dejar las cosas como estaban. Nadie se habría dado cuenta.
Dicho lo cual, si a usted lo que le gusta es insultar al Gobierno, incluso las pocas veces que lo hace bien, si prefiere quedarse en la superficie de los malos titulares o, simplemente, si le da la gana, adelante. Está en su derecho. Hacer demagogia casi siempre es divertido.
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