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Rusia y Turquía en Asia Central

Rusia y Turquía en Asia Central
Jorge Cachinero el

Turquía ha considerado siempre a Rusia un competidor en Asia Central por razones históricas, lingüísticas y culturales.

Durante todo el siglo XX, Turquía intentó utilizar el hecho de que algunos pueblos de Asia Central hablen turco, con excepción de aquellos que son tayiko o farsi parlantes, y la realidad de que, en los territorios centro asiáticos, exista una atracción natural hacia Turquía, tanto entre musulmanes conservadores como entre musulmanes reformistas.

Esa reacción de cercanía y de competición, a la vez, entre Rusia y Turquía se manifestó, durante el primer tercio del siglo XX, a través de fases sucesivas de rebeliones turcas -por ejemplo, la de 1916, en mitad de la guerra civil rusa-, que, incluso, incluyeron llamamientos a la yihad contra Rusia, y a través de alianzas, por ejemplo, entre Mustafa Kemal Atatürk -líder nacionalista turco y fundador y primer presidente de la república de Turquía- y Vladimir Ilych Lenin y los bolcheviques rusos, que no fueron duraderas.

Mustafa Kemal Atatürk

En el momento de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en diciembre de 1991, Turquía creyó que podría ser una alternativa atractiva a Rusia en Asia Central gracias a la conexión étnica con muchos de sus pueblos y a la conveniencia de la pertenencia turca, desde 1952, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Posteriormente, Turquía pensó que había aumentado esa capacidad de incrementar la gravitación de la región centroasiática en torno suya, dadas las expectativas que se habían generado por su condición de candidata a la adhesión plena, desde 1999, a la Unión Europea (UE).

Ese intento de influencia de Turquía en Asia Central tuvo el apoyo de los países occidentales.

Sin embargo, esa supuesta fascinación que Turquía pretendía ejercer al este del Mar Caspio se evaporó al comprobarse que el ingreso de Turquía en la UE nunca iba a producirse, al manifestarse los desacuerdos entre Turquía y sus socios dentro de la OTAN sobre la política interna turca, especialmente, después del golpe de estado de 2016, y al complicarse las relaciones de Turquía con Rusia en el Cáucaso meridional, en Siria y en Libia.

Lo único positivo, y es mucho, que puede señalarse de esa nueva rivalidad entre Turquía y Rusia es que ambos países han sabido manejar su competitividad estratégica y es esperable que así ocurra, también, en Asia Central.

Es claro es que Rusia no apoya ninguna ambición de Turquía hacia ninguna alternativa “pan-turquista” en Asia Central, ya que este movimiento es considerado por Rusia como contrario a sus intereses en la zona, por mucho que Rusia haya dado su bienvenida al surgimiento, dentro de las élites dirigentes turcas, de un grupo influyente de “euroasianistas”.

Putin (i), Erdogan (d)

Ni tan siquiera en terreno del poder blando, especialmente, después del golpe de estado turco, de 2016, contra el movimiento Gülen, al que Turquía considera como una organización terrorista, Rusia le concede a Turquía la categoría de competidor en Asia Central.

Rusia, hoy, ejerce su influencia y su liderazgo sobre Asia Central como el poder duro que es y Turquía sólo aspira a manejar allí sus diferencias con Rusia, como ha hecho en otras latitudes.

 

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