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EE. UU. no puede defender Taiwán

EE. UU. no puede defender Taiwán
Jorge Cachinero el

Estados Unidos (EE. UU.) no puede defender y proteger a Taiwán, con éxito, en el futuro más inmediato, es decir, antes de que termine el tercer mandato de Xi Jinping como jefe del Estado chino, en 2028, en el caso de que China decidiera optar por la reincorporación de la isla a la soberanía completa de la República Popular de China.

Además, si se materializara ese escenario, es decir, uno en el que China diera el primer paso para atacar, Taiwán nunca podría vencer a China y el resultado de ese enfrentamiento se saldaría siempre con la derrota taiwanesa.

Varias son las razones de la debilidad de EE. UU. para cumplir con el objetivo de impedir que China se haga con Taiwán por la fuerza.

Base aérea de Kadena, prefectura de Okinawa, Japón.

1.- En la mitad de los años 90, China estudió los medios de EE. UU. para proyectar su fuerza en el Océano Pacífico, de forma especial, su fuerza aérea, a través del uso del espacio exterior, de los portaaviones y de un número selectivo de bases militares en la región, por ejemplo, la aérea de Kadena, en la prefectura de Okinawa, en Japón.

  • Desde entonces, el Ejército de Liberación del Pueblo chino ha desarrollado capacidades para atacar y para neutralizar todos estos activos de EE. UU.

2.- Para intentar defender a Taiwán de un ataque chino con garantías de éxito, EE. UU. depende de un número de países aliados suyos en la región del Pacífico, que tendrían que prestarle apoyo logístico.

3.- Taiwán no tiene la capacidad de defenderse a sí misma, en solitario, contra China, dado que no cuenta con el número suficiente de personas, con el entrenamiento adecuado, que estén dispuestas a combatir, a sacrificarse y a morir por su independencia.

  • Si bien es cierto que, en los últimos años, Taiwán:
    • se ha tomado en serio la amenaza de China,
    • ha incrementado su presupuesto de defensa y, finalmente,
    • ha optado por adquirir asimétricamente aquellos sistemas de armas y recursos que necesita para defenderse de China e intentar hacerle difícil su desembarco en la isla -minas marítimas, construcción de refugios reforzados o entrenamiento en guerrilla urbana- y no, para atacarla en el continente.

4.- Los líderes chinos no están convencidos de que EE. UU. tenga la determinación y el estómago de estar dispuesto a aceptar los costes -económicos y en bajas de sus soldados- de una guerra larga contra China.

  • Pekín observa atentamente todos los movimientos de EE. UU. y constata que Washington elabora estrategias, escribe documentos, envía políticos a Taiwán y hace declaraciones sobre la voluntad estadounidense de defender la isla frente a China.
  • Sin embargo, todo lo anterior es insuficiente para convencer a China de que la voluntad real de EE. UU. esté alineada con sus palabras y con sus gestos.

Además, desde el pasado 8 de noviembre, EE. UU. ya no cuenta con su arma más poderosa contra China en Taiwán, Nancy Pelosi, quien va a dejar de ser la segunda persona en la línea de sustitución del presidente estadounidense a comienzos de enero, cuando se reúna, por primera vez, la Cámara de Representantes estadounidense, en su composición nueva, tras las elecciones de mitad de mandato del 8 de noviembre de 2022.

Los líderes de China suspiraron aliviados.

Pelosi, 4ª por la derecha, en Taiwán, 2 de agosto de 2022.

La realidad es que la única esperanza de EE. UU. en relación con Taiwán es que, en caso de un ataque de China, el gobierno taiwanés sea capaz de aguantar el tiempo suficiente hasta que llegue el séptimo de caballería y de infligir un número de bajas a China lo suficientemente elevado como para que ésta tuviera que reflexionar sobre la viabilidad de continuar con su operación militar contra la isla.

Con expectativas como éstas, la verdad es que no hay mucho espacio para el optimismo.

El estallido de una guerra en Taiwán es una posibilidad, aunque es difícil calcular su probabilidad.

Si ésta ocurriera, EE. UU. no podría rearmar a Taiwán como está haciendo con Ucrania desde el 24 de febrero de 2022.

Asimismo, EE. UU. está encontrando serias dificultades para movilizar a sus aliados en la región del Asia-Pacífico en favor del empeño de los estadounidenses de que se sumen a sus esfuerzos de disuasión de China.

Los socios de EE. UU. no están mostrando mucho interés en ir al enfrentamiento contra China de la mano de los estadounidenses, ni tan siquiera, en las invitaciones que éstos les hacen de que se preparen, ante un escenario de intervención militar china, para cancelar cualquier relación económica o comercial con China.

Los amigos de EE. UU. en Asia no quieren cometer el suicidio económico en el que los de Europa han incurrido desde que comenzó la guerra en Ucrania que EE. UU. provocó contra Rusia.

China y Taiwán están muy, muy lejos de Norteamérica.

 

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