Pakistán pierde su monopolio sobre Afganistán

Desde los años del dominio británico en la zona, los territorios que hoy ocupan Pakistán y Afganistán han compartido muchos factores relevantes.

De forma destacada, la tribu de los pastunes, grupo étnico arraigado en la región de Pastunistán, entre el sur de Afganistán y el noroeste de Pakistán, ha estado dividida entre los dos países.

De hecho, hoy en día, existe un movimiento nacionalista pastún que aspira a la reunificación de todos sus miembros en un mismo Estado.

Desde su independencia, en 1947, el Estado y, por consiguiente, las Fuerzas Armadas pakistaníes han aprovechado cualquier oportunidad para anular cualquier brote de nacionalismo pastún que pudiera surgir tanto en Pakistán como en Afganistán.

Por otra parte, el tráfico transfronterizo entre ambos países siempre ha sido muy intenso no sólo de alimentos y de bienes de todo tipo, sino, también, de personas, especialmente, pastunes.

Desde la invasión de Afganistán por parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1979, 3 millones de afganos, la mayoría pastunes, buscaron refugio en Pakistán, lo que no sólo fortaleció a la población pastún en este país, sino que, además, contribuyó al crecimiento del movimiento talibán a ambos lados de la frontera.

A pesar de lo que ha cambiado el mundo durante los últimos treinta años, Islamabad es inflexible sobre su reclamación de que Pakistán debe ser el único interlocutor del régimen talibán y que, por ello, el resto del mundo y de los países vecinos de Afganistán, incluyendo China, Irán o Rusia, deben aceptar ser relegados a una posición secundaria en esa relación.

Como no podía ser de otra manera, el Talibán no comparte esta opinión de las autoridades pakistaníes, ya que aspira a contar con una política exterior propia e independiente de cualquier tipo de tutelas.

En cuanto al rol que India pudiera desempeñar en la nueva situación política afgana, el gobierno pakistaní justifica su deseo de interferir en los asuntos domésticos de Afganistán como un medio para evitar que Nueva Deli se involucre aún más en este país.

El gobierno de Pakistán quiere que la presencia de la India en Afganistán sea nula, a pesar de su larga historia en los territorios afganos.

En realidad, durante los años de la presencia colonial británica en el subcontinente indio, la población india, especialmente, la de origen musulmán, era vista por los pastunes como amigos y aliados naturales para colaborar en la tarea de deshacerse de los ingleses.

Por otro lado, la invasión de Afganistán por la URSS fue un momento que ayudó a elevar la visibilidad de tribus, que, entonces, habitaban dentro del marco de la Unión Soviética -tayikos, uzbekos, hazaras o árabes-, que no tenían lazos con Pakistán y que, por el contrario, buscaron el apoyo de la India y de Occidente.

Entre otros objetivos, la financiación que Estados Unidos (EE. UU.) hizo, a través de la llamada Operación Ciclón, entre 1979 y 1992, de los muyahidines afganos, pretendía disminuir la influencia pakistaní sobre Afganistán.

La salida de la URSS de Afganistán y, con ella, el colapso del gobierno afgano procomunista, en los años 80 del siglo pasado, condujo a una situación interna de vacío de poder, que provocó una guerra civil brutal en el país entre los pastunes, habitantes del sur, y las tribus no pastunes, en el norte, entre las que dominaban los tayikos y los uzbekos, que fueron apoyados por la India.

Pakistán fracasó en su empeño de mantener a India alejada de Afganistán, a pesar de que aquella no tiene frontera con éste y de que Pakistán apoyó con todo a los pastunes talibanes.

La estrategia del gobierno pakistaní fue mal pensada y pésimamente ejecutada.

La insistencia actual de Islamabad por seguir interfiriendo en la política afgana es el factor principal de tensión entre los dos países.

Así, la victoria del Talibán en Afganistán ha envalentonado al movimiento talibán dentro de Pakistán, Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), que cuenta con aspiraciones de desarrollar e imponer un movimiento islámico en este país, similar al de sus hermanos afganos.

Por supuesto, Islamabad hará todo lo que esté en su mano para resistir ésto.

Pakistán ha fracasado en su objetivo de imponer su influencia sobre Afganistán, sin que fuera cuestionada, ni retada por sus Estados vecinos o por la población afgana.

Mientras tanto, otros poderes regionales no han dejado de competir por su cuota de influencia en Afganistán y de hacer todo lo que estuviera a su alcance para impedir que la continuidad del monopolio de Pakistán sobre ese país se materializara.

El fallo de Pakistán en su intento de mantener un rol de control, incluso, monopolístico, sobre Afganistán se ha debido a la combinación de su negativa a tomar a la India en serio, como jugador regional interesado en este asunto, y al haber hecho todo lo posible para alejar a otros actores regionales, como China, como Irán, como Rusia y como las cinco repúblicas de Asia Central.