“Reputación y generación de valor en el siglo XXI” (LIBRO) por Jorge Cachinero en libros.com
No es atrevido imaginar que la apertura del panorama actual de la inversión extranjera en Cuba tiene como modelo de referencia el modelo vietnamita de apertura económica.
Desde 1986, la economía de Vietnam está en pleno proceso de desarrollo hacia patrones más abiertos al comercio y a la inversión extranjeras que aquellos que se impusieron en todo el país, reunificado tras la finalización de la Guerra de Vietnam -o la Guerra contra los Estados Unidos, como se la conoce en aquel país- en 1975, bajo los criterios centralizadores, nacionalizadores y estatistas que las autoridades comunistas del Norte del país extendieron al Sur del mismo tras la retirada de los Estados Unidos de América.
A pesar de que no haya cambiado el carácter del régimen político del país, los beneficios económicos para Vietnam y sus ciudadanos son bien evidentes desde entonces y su liderazgo político se ha reiterado en esta apuesta que, durante los últimos veinte años, está ayudando a recuperar a Vietnam de la situación en la quedó al concluir el conflicto bélico.
En el caso de Cuba, las bases de la apuesta del actual liderazgo político del país por una apertura -todavía por materializarse, al contrario de lo ya ocurrido en Vietnam- de su economía a la inversión y al comercio extranjeros tiene sus antecedentes en el proceso de actualización del modelo económico cubano plasmado en los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social que aprobó el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) celebrado en 2011.
El anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba del 17 de diciembre de 2014 actuó como la llamada-despertador para naciones y empresas, que, desde entonces, pujan por hacer valer sus ideas, proyectos, modelos de negocios y propuestas de valor para aprovechar las oportunidades que ahora parecen abrirse en el mercado cubano.
Esta estrategia del gobierno cubano sucede, por tanto, en un contexto muy particular en el que, además del deshielo de las relaciones con Estados Unidos, esta semana han concluido las conversaciones con la Unión Europea (UE), que han culminado con la adopción de un nuevo acuerdo de dialogo político y de colaboración entre Cuba y ésta, que normaliza sus relaciones y que, por lo tanto, elimina la Posición Común de la UE sobre Cuba aprobada en 1996, mientras que, asimismo, se está negociando la condonación de parte de la deuda externa que tiene la isla con el Club de Paris.
A tenor de los Lineamientos mencionados más arriba, el objetivo de los responsables económicos del gobierno cubano es orientar la potencial inversión extranjera en Cuba -a título meramente enumerativo- hacia la diversificación y ampliación de los mercados de exportación, el acceso a tecnologías de alto valor añadido, la sustitución de importaciones, la obtención de financiación externa, la creación de nuevas fuentes de empleo, el aprendizaje de destrezas directivas y el cambio de la matriz energética del país mediante el aprovechamiento de fuentes renovables de energía.
Esta es, probablemente, la primera vez, desde 1959, que la voluntad política del gobierno cubano se ha plasmado en la identificación de este conjunto de objetivos como un vehículo para impulsar el deprimido desarrollo económico del país.
Además, estos Lineamientos han desencadenado una reorganización de la política económica cubana sin la que sería imposible imaginar que se pudieran alcanzar, materialmente y en la práctica, los objetivos de su establecimiento, su promoción y su estabilidad en el tiempo.
Todo lo anterior confluye en el tiempo con la reestructuración que el gobierno cubano ha realizado del marco regulatorio y normativo para dar certidumbre al proceso de apertura a las inversiones y al comercio extranjero en Cuba, por un lado, y para intentar crear, por otro, un ambiente de negocios mucho más favorable al que, obviamente, existía unos años antes.
En definitiva, se trata de crear, establecer y hacer tangibles todas aquellas normas, organismos, instrumentos y herramientas que puedan trasladar a los futuros inversores y a los socios comerciales la necesaria predictibilidad en el entorno operativo para sus decisiones futuras de negocios.
Entre todas estas herramientas destaca la llamada Cartera de Proyectos, es decir, un portafolio integrado por aquellos proyectos de interés para el Estado y que es aprobada por el Consejo de Ministros y publicada por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera cubanos.
Esta Cartera de Proyectos, que se actualiza anualmente y tiene la pretensión de organizar la captación de la inversión extranjera, comprende los proyectos sectoriales para los que el gobierno cubano promueve la inversión de capital extranjero e identifica la modalidad y la descripción del negocio, las cantidades a invertir, la localización y la contraparte cubana encargada del mismo.
Las empresas españolas -grandes, medianas o pequeñas- deberían aprovechar, dentro de este nuevo marco, la posición favorable de partida en la que se encuentran, dado que las autoridades cubanas parecen tener a España como origen más deseado de las empresas que podrían beneficiarse de las inversiones y de los acuerdos comerciales por venir, y evitar los errores que pudieran ponerlos en peligro.