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Bielorrusia y Ucrania

Bielorrusia y Ucrania
Lidia Yermoshina (i), presidente de la Comisión Electoral Central bielorrusa, entrega la identificación presidencial a Alexander Lukashenko (d), 23 de septiembre de 2020, ceremonia de investidura, Palacio de la Independencia de Minsk.
Jorge Cachinero el

Las elecciones presidenciales de Bielorrusia, celebradas en agosto de 2020, supusieron un cambio tectónico en la política exterior del país.

De acuerdo con la Comisión Electoral Central bielorrusa, el presidente Alexander Lukashenko obtuvo el respaldo de un 80% de los votantes para el que está siendo su sexto mandato desde que fue elegido, por primera vez, en 1994, para la presidencia de la nación.

Ni la Unión Europea (UE), ni la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) consideraron que aquellas elecciones fueran “libres y justas”.

En estos momentos, ni la UE, ni la OSCE brillan por la credibilidad o por la confianza que generan entre los ciudadanos de sus países miembros o de la comunidad internacional.

Esa disputa sobre la legitimidad de la victoria de Lukashenko provocó una protesta popular -¿preparatoria de una revolución de colores más?-, desencadenó la subsiguiente represión de ésta por parte del gobierno de Lukashenko y acabó con las tentaciones de acercarse a la UE con las que el gobierno de Bielorrusia había coqueteado.

Lukashenko comenzó, entonces, un proceso acelerado, a la vista de la amenaza que supuso la revuelta de ese año, de integración estrecha con la Federación Rusa:

Putin (i), Lukashenko (d).
  • en lo económico, dado que Rusia representa el 60% del Producto Interior Bruto (PIB) de Bielorrusia,
  • en lo político, mediante la profundización del Tratado de Unión que la República de Bielorrusia y la Federación Rusa firmaron en diciembre de 1999, y
  • en lo militar, como se está poniendo de manifiesto desde el comienzo de la Operación Militar Especial (OME) de Rusia en Ucrania, en febrero de 2022.

Lukashenko se dio cuenta en 2020 de que Rusia es la única opción realista con la que él, por razones de supervivencia política, y Bielorrusia cuentan como socio fiable.

Desde las elecciones de agosto de 2020, Bielorrusia ha girado hacia el este hasta integrarse en la órbita de Rusia y convertirse, así, en un país tapón para Rusia en su frontera occidental, que es el origen de una de sus amenazas existenciales estratégicas desde la formación de la nación rusa.

Durante estos dos años, en lo económico, por ejemplo, Bielorrusia y Rusia han armonizado sus mercados de gas y, en lo militar, ambos países han estrechado su cooperación.

La presencia militar de las Fuerzas Armadas rusas en territorio de Bielorrusia se ha reforzado a través del establecimiento en éste de bases militares rusas permanentes, de la realización, en 2021 y en 2022, de ejercicios militares combinados y de la creación de centros de entrenamiento conjuntos cerca de la frontera bielorrusa con Polonia.

Asimismo, en 2021, Lukashenko declaró que “Crimea es parte integral de Rusia” y que él “estaba planeando visitarla pronto”.

Ese progresivo alineamiento de Bielorrusia con Rusia sobre Ucrania se ha materializado durante 2022, como prueban el que:

  • el territorio de Bielorrusia esté siendo usado por Rusia durante las actividades de la OME en suelo ucraniano -lanzamiento de misiles Iskander sobre Ucrania o apoyo médico y logístico a las tropas rusas en el teatro de combate, por citar dos casos- y
  • ambos países hayan creado y hayan entrenado, durante el último trimestre de 2022, en suelo bielorruso, un Cuerpo de Ejército conjunto, estimado en más de 250.000 hombres, sobre cuyo despliegue en Ucrania analistas y servicios de Inteligencia de todo el mundo están especulando.
Entrenamiento conjunto de las Fuerzas Armadas rusas y bielorrusas, Bielorrusia, 2022.

Por último, este proceso de simbiosis estratégica entre ambos países tuvo su momento más destacado cuando, el 27 de febrero de 2022, un referéndum celebrado en Bielorrusia aprobó la modificación de la Constitución del país, que había sido adoptada en marzo de 1994.

Así, en dicha ocasión, se suprimió el artículo 18 original de la ley fundamental bielorrusa, en el que se afirmaba que “(l)a República de Bielorrusia se esforzará por hacer de su territorio una zona desnuclearizada y del Estado un territorio neutral”.

Dicho de otra forma, desde febrero de 2022, Bielorrusia renunció a su condición de territorio desnuclearizado, de forma que, por lo tanto, le estaría permitido albergar, si no lo ha hecho ya, armas nucleares por primera vez desde la caída de la Unión Soviética.

 

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