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Las terceristas

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El final de la foto de la chica de The Sun es una catástrofe cultural. También personal. Lucy Pinder y Michelle Marsh, las más destacadas terceristas del Sun, fueron amores de mi juventud. Las descubrí en la web del page3, como a otras tantas, y luego seguí sus carreras en revistas inglesas como Loaded. Michelle Marsh fue una debilidad, una Marta Sánchez mucho después. Tan rubia y sana, parecía salida de Chaucer. No era sólo sexo; le cogí cariño y la quise proteger de la frustración final, inevitablemente triste, del onanismo.

El final de la chica del Sun anticipa lo de aquí. En España sobrevive el Interviú, que me parece cursi y descarrilado y muy desnortado en cuanto al canon. Pero aún nos queda la chica del AS. La foto de la contraportada sigue siendo lo que más miro de la prensa y creo que el mejor trabajo de España es el de quien ha de seleccionarla cada día. En los bares al principio la miraba con el rabillo del ojo, pero ya no me corto. Me demoro y las valoro. Será machista, no queda muy elegante, pero lo hago como un homenaje antropológico. Los del AS lo están haciendo muy bien y están recogiendo con gran sensibilidad cultural la importancia reciente del culo y la latinización del tipo femenino.

 

Los mejores bares y las mejores personas dejan el AS doblado por la contraportada.

 

El Sun empezó con ello en los setenta y le sirvió para aumentar ventas. Murdoch considera que “ahora se ha quedado obsoleto”. Quizás al papel no lo levante ya ni un buen par de tetas.

 

El Sun no se andaba por las ramas. Durante un tiempo publicó fotos de chicas de dieciséis años y siempre optó por lo natural. Era el reducto de la teta real.

 

Ahora el Sun será menos Sun. Ahora será sólo #piriodismo.

Lo asombroso es que aún hicieran presión las feministas. Como si la vieja sufragista sobreviviese. Esa inglesa angulosa y seca seguro que tenía un poquito de envidia de Michelle Marsh (¿no la tengo yo de Coman?).

 

La chica del Sun recordaba a las maravillosas chicas de Benny Hill y quizás recuperaba la tradición de las pin-up, que venía de los alegres años veinte.

 

La pin-up se le daba al hombre como si siguiese siendo un soldado. Y así había que mirar a esas chicas, con lejana melancolía y admiración. Eran siempre una postal.

 

Pero es que en estos asuntos el hombre está siempre en el frente, en trinchera.

 

Ahora se retira la chica del Sun y en los kioscos ya no se ven revistas porno. Por las retaguardias de los kioscos se metían los paseantes de perros para mejor ver. Era el primer lugar del sexo.

 

La prensa occidental retira a estas chicas por “obsoletas”. En otros lugares del planeta se mantienen prohibidas. No es exactamente lo mismo, pero el resultado a veces se parece.

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