Un reciente artículo de Manuel Vicent despertó mi atención más de lo habitual.
Estaba dedicada a Diesel, la perra que murió detectando explosivos en París.
El autor le regalaba el heroísmo al animal. ¿Pero conoce una perra el valor, el temor propio de lo heroico?
Iba más allá, Vicent, y le daba la categoría de símbolo. Símbolo de la lucha antiyihadista, pues sólo el animal, con su olisqueo, puede detectar el explosivo.
Así podría ser que el perro, y no el cerdo, fuera símbolo cultural frente al integrismo, pues se considera al perro como un animal inmundo.
En Turquía, Camba llegaba a pedir la eliminación de los perros callejeros, de las decenas de miles de perros. Como en casa no podían estar, los tenían por las calles.
Ese perricidio turco, por cierto, de inicios de siglo, de decenas de miles de perros, fue pionero en la industrialización de la muerte masiva.
Gustavo Bueno decía que la filosofía antiyihadista era el jamón, pero ¿por qué no ha de serlo el perro casero?
Vicent, tan sensible al animal, podría haber erigido el simbolismo del perro, de la mascota, frente al islamismo radical.
Lo que sucede es que en el mismo artículo, después, equipara el explosivo real con el “chaleco explosivo de odio y miedo, germen del fascismo” que brota en muchos europeos.
Diesel, y todas las y los Diesel, olisquearán al yihadista del explosivo, pero también al fascista.
Vicent está reconociendo con ello la figura del perro detector de fascistas, ¡el perro antifachas!
Sería un poco como Snoopy, el perro humanísimo, pacifista, bueno.
En la creciente atribución de cualidades humanas quizás pueda haber una nueva sacralización del animal. ¿No dicen que es héroe? ¡Pues por lo heroico se llega a lo semidivino!
Pero no nos desviemos. El logro de Vicent no ha de perderse. Ah, ese perro detector de fachas…
Cuando usted salga a pasear y se le cruce un perro paseando al dueño -ese dueño de la mano enguantada en plástico-, quizás se le acerque y le olisquee un rato más largo de lo habitual. A menos que lleve trinitrotolueno en el bolsillo, ya sabe de lo que se trata.
Ni el cerdo ibérico, ni el toro tartésico, el tótem simbólico de Vicent es el perro antifachas.
¡Tótem neoprogre ese perro olisqueador de fachillas!
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