hughes el 02 nov, 2016 La declaración de Espinar es como una cesta de navidad para el juntaletras periodístico. Hay para días… Modestamente, solo quiero comentar un detalle: la forma que tiene de denominar a su trabajo: un curro. “Yo esperaba tener un curro”. Lo de curro es normal, pero yo creo que, sobre todo, referido al trabajo diario: me voy al curro, hoy tengo curro, no me llames al curro, nena… Pero ellos, los de Podemos (y, para ser justos, también cierto tipo de clase media o media alta cuando trata de ser condescendiente) se refieren así al trabajo en general, y sobre todo al puesto de trabajo. En su retórica de la precariedad, ellos mismos han asumido ese término para el trabajo. “Esperaba encontrar un trabajo precario”. No, lo sustituyen por “Esperaba encontrar un curro”. Con la vivienda ya pasó algo así con el ministerio socialista que sacó las “quelifinder”. La queli. Es raro que el político asuma este lenguaje: “podréis encontrar curros para compraros quelis”. Es un poco como lo de Tierno: ¡Al loro y a colocarse! Pero más allá del pintoresquismo, hay algo triste, por cutre, por falto de expectativas, en el uso de esta terminología. Una depreciación ya del propio concepto. Una pérdida de horizontes ya asumida en el propio lenguaje. Es decir, usamos “curro” en el lenguaje cotidiano para expresar lo ordinario, rutinario, familiar… Pero el uso general de la palabra asume esa falta de sorpresa y ese cansancio generacional. “Curro” integra la alienación y la falta de expectativas, pero además desvincula a la actividad de las resonancias serias de la palabra “trabajo”, de su trascendencia, de sus ecos bíblicos, incluso terribles y fascistas. Se pierde la concepción sagrada y luego titánica del “trabajador” en el siglo XX. Curro, sin más. Incluso, desde su punto de vista, es un lugar no conflictivo, pasivo, un poco nini. Y además hay algo de manipulación. Ese condescender al lenguaje “currito”. El obrero ya no es obrero, pero es verdad, sigue siendo un currito, y hay algo de impostura en el uso de ese lenguaje. Hay una apelación simpática (vosotros, curritos), pero quizás ya no auténticamente obrerista. Es el pijo hablando barrial. Es un lenguaje un poco León de Aranoa (dicho sea con todo el respeto por el cineasta). actualidad Comentarios hughes el 02 nov, 2016