Viendo la final de copa del viernes era difícil no acordarse de la que el Madrid perdió hace ya unos años contra el Deportivo. Ese día había un electrizamiento del ambiente alrededor del partido. Se trataba de que fracasara el centenario. De hecho, ese partido se recuerda así: centenariazo. Los mismos, o parecidos, que ahora salen a certificar, forenses de la pelotita, que Mourinho ha fracasado son los que hace unos años subrayaban el fracaso de la martingala centenaria.
-Contésteme: ¿es usted un fracasado?
Es más, si uno se pone a recordar (y para recordar hay que pararse a hacerlo, dejar las cosas que uno tiene entre manos, achinar los ojillos y esforzarse un poco), los mismos que ahora recurren a la aritmética, y no precisamente esa aritmética daliniana del cojo uno y me llevo a Dios, son los que trataban machaconamente de convencer al personal de que por esos años Florentino y su galaxia (a su planeta más hermoso lo recuerda hoy Ángel Antonia Herrera en el periódico) habían fracasado.
Fracaso. La palabra era la misma.
-Oiga, pero es que antes nos eliminaba el Reus…
Los números son los que son y hasta el interesado ha asumido que el año no es para tatuarse nada. ¿Pero este afán a qué se debe? Hasta en los ínfimos niveles de la pelotita se percibe la urgencia del cronista impaciente por escribir la historia con los hechos aún frescos. En lugar de reposarlos, de verlos en perspectiva, aquí se trata de tachar al personaje. La historia del Madrid tiene sus buenos y sus malos, sus vencedores y fracasados oficiales. Al final es eso. Oficializar el punto de vista.
¿Quiénes son los buenos en la historia reciente del Madrid? ¿Quiénes han triunfado? ¿Vale lo mismo la liga de Schuster que la de Mourinho?
EL interés de la final de copa, se vio muy claro en la rueda de prensa, era despachar al personaje. Borrarlo de la historia blanca, una historia en la que las estatuas están ya asignadas de antemano.
Es el madridismo aritmético de las habas contadas.
Pero es que los mismos que llaman fracasado al portugués se lo llamaron a Florentino. Y se lo volverán a llamar.
O de un modo más claro: los que cuentan con los dedos de la mano los títulos que no ha ganado Mourinho (¡catenaccio aritmético!) para igualarlo a Pellegrini son los mismos (o parecidos) que comparaban groseramente los números de Lorenzo Sanz y Florentino.
¡A qué tanto alboroto si han ganado parecido!- decían ellos, los aritméticos.
Del señorío a la aritmética del palote. ¡El catón madridista del número primo!
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