No sé si el relato de experiencias personales les aburre (si es así, no tienen más que aportar su comentario a este post), pero como creo que la gastronomía no es más que un conjunto de vivencias personales que vamos acumulando en la memoria, les voy a contar la última. En el magnífico local que Norema Salinas (su cátering, por cierto, es uno de los mejores de Madrid) tiene en La Moraleja para celebrar fiestas privadas y otros acontecimientos sociales nos reunimos un pequeño grupo de amigos con una doble finalidad, comer bien y catar buenos vinos. Lo de los vinos resultó espectacular, por un lado pudimos probar en primicia los que prepara en Cariñena y Ciudad Real ese gran enólogo que es Miguel Ángel de Gregorio y comprobar como frente al carácter de los aragoneses aparecía la sutileza y los matices de los castellano-manchegos. Después llegó lo mejor, una cata vertical de Calvario, el excelente rioja de bodegas Finca Allende que junto con el Aurus ha sido la gran apuesta personal de Miguel Ángel. Calvario es un vino estupendo, complejo, que ha obtenido las máximas puntuaciones en todas las catas. Pudimos probar los cuatro que han salido al mercado (añadas de 1999, 2000, 2001 y 2002) y las dos siguientes, la de 2003 a punto de aparecer, y la de 2004, todavía en fase de elaboración. Es curioso como una cata vertical pone a cada añada en su sitio y así, la del 2000 quedó completamente eclipsada (casi vulgar) frente a la del 99 y, sobre todo, a la de 2001. La de 2003 viene muy bien, pero la que superará a todas si sigue la evolución que ha tenido hasta ahora será la de 2004. Aunque para disfrutarla hay que esperar al menos un año.
En el capítulo de la comida, el propio Miguel Ángel de Gregorio nos preparó un ‘menú de vendimia’ muy apropiado. Primero unos pimientos morrones najerinos (traídos de Briones, que es el pueblo donde están las viñas de Calvario) que tomamos asados y ‘pilpileados’, y luego unas pochas (las últimas de la temporada) y unos caparrones (los primeros del otoño) guisados ambos con chorizo de Briones y morcilla. Por cierto, para quién no lo sepa, los caparrones son una especie de judías pintas, más pequeñas y más finas, muy delicadas, que resulta difícil encontrar fuera de La Rioja. El menú se completó con algunos platos creativos preparados por el cocinero de Norema Salinas. Todo un lujo.
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