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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Sur de Alicante y Murcia

Carlos Maribona el


Un fin de semana largo me ha permitido recorrer algunos lugares del sur de Alicante y de Murcia, incluyendo la capital. Les cuento. Imprescindible CASA ALFONSO, en la Dehesa de Campoamor, con una estrella Michelin, donde ejerce Alfonso Egea (en la foto), un cocinero que muestra una gran elegancia y sensibilidad en sus platos. Restaurante muy agradable, montado con gusto, y buen servicio de sala, con un maitre, Jorge, que procede de SANTCELONI. La cocina de Egea tiene la elegancia de la sencillez, cada vez más difícil de encontrar, y está muy enraizada en su zona geográfica. Aprovecha lo mejor de las aguas próximas, dándole todo el protagonismo en el plato y con puntos de cocción muy precisos. Carta muy breve y menú degustación a 65 euros.


Entre los aperitivos, divertidas las aceitunas gordal rellenas de aceituna negra y el mejillón escabechado con un velo de manzana. Divertido guiño también el cucurucho de camarones fritos. Y buen buñuelo de bacalao frito en tinta de calamar. Perfectas dos gambas rojas de enorme tamaño y calidad. Cuando el cocinero abandona la línea de la sencillez es cuando falla: ni la gelatina de tomate con anchoas y un pesado helado de aceite de oliva; ni la ensalada de bogavante y pollo escabechado, aportan nada de interés. Al contrario que un hervido de pescadilla con su propio hígado y patata, con un caldo excelente. Gran plato. Ricos también los chipironcitos con huevo de corral y alcachofas fritas. En este festival marino, el denton con quenelle de garbanzos y caldo de puchero es otro plato de sabores intensos y equilibrados. Remata bien una delicada ventresca con tubérculos y salsa de cacahuetes.


Antes del postre, algunas variedades de stilton y un cheddar con cebollino. La parte dulce baja el listón: flojita la leche merengada y bueno, pero pesado, el bizcocho de calabaza asada con helado y sopa de almendras. Tienen además una estupenda carta de vinos.


Del resto del sur de Alicante, recomendable un mesón de carretera en Almoradí, EL CRUCE (965 700 356), donde lo mejor es la ‘pava borracha’, un peculiar cocido de tres vuelcos, con sopa cubierta (con fideos, huevo, menudillos); el relleno en caldo, y luego el muslo de pava con garbanzos, tocino y patatas. Cuesta 18 euros. El resto, todo muy casero, destacando el pastel de verduras con morcilla. Peor EL MESÓN DE LA COSTA , en Torrevieja, sitio pretencioso, con muy buen producto y raciones abundantes, pero precios disparados. La carta se recita, con el peligro que eso tiene. Pescados (negro con refrito de ajos y gambas; mero a la murciana) pasados de punto. Buenas quisquillas (mejor cobradas) y bien los chipironcitos. Con un albariño Santiago Ruiz pasamos de los 130 euros.


El sábado, un correcto arroz en caldero, precedido de unas huevas de mújol regularcitas y una buena mojama de atún, en EL MOSQUI, en Cabo de Palos (968 56 45 63). Y por la noche, ya en Murcia, cena en LAS COCINAS DEL BULEVAR (Peligros, s/n. 968 35 57 08). Un espacio ultramoderno, con música de fondo algo alta, y muy buen servicio de sala encabezado por la mujer de Antonio Gras, propietario y cocinero. Optamos por el gran  menú, dedicado estos días a la pasta. En general satisfactorio, pero con los platos recargados de cosas. Al contrario de lo que nos ocurrió en Casa Alfonso, el buen producto queda oculto en demasiadas ocasiones por un exceso de complementos. Si leyeron en sábado una entrevista a Dani García en ABC, este decía que el paladar no aprecia muchos sabores a la vez y que un plato no debe tener más de tres o cuatro ingredientes. Pues eso. Los platos de Gras, en ocasiones resultan excesivos por la cantidad de cosas. Un ejemplo: huevo a baja temperatura sobre tierra de parmesano, seta de pie azul, pera y jugo de calabaza y faisán. No está malo, pero los sabores se confunden y el paladar se despista. Y es una pena porque el cocinero tiene muy buena técnica, y se nota. Otro ejemplo: bacalao sobre crujiente de boniato, tocino de jabugo con espuma, habitas y menta, y crema de mejillón. El bacalao, por sí solo, espléndido; el tocino con las habitas y la menta, muy rico; la crema de mejillón innecesaria: todo junto, regular.


Estaban estupendos sin embargo los calamarcitos sobre mayonesa de hierbas, y las caracolas rellenas de calamares. Y muy rico también el cochinillo con setas variadas. Ejemplos de que con la sencillez se consiguen mejores resultados. Lo mismo que ocurre con los postres: muy bien la tierra de caramelo (una especie de migas de galleta) y falsa yema de fresa; complicado en exceso el ravioli de piña relleno de coco, con helado de vainilla, plátano macerado en ron y un vasito de chocolate. Uf. Eso sí, el precio del menú, 45 euros, muy ajustado. De la interesante carta de vinos nos bebimos un impresionante Okonomierat Rebholz Kastanienbusch 2002, del Palatinado (59 euros en carta).


Para rematar el fin de semana, comida en EL RINCÓN DE PEPE (968 21 22 39). Del servicio, lleno de detalles lamentables, mejor no hablar. Todos con pocas ganas y escaso interés. Buenas huevas y mojama; bien unas setas de temporada con puntillitas; insulso el tomate partido con bonito macerado; sin sabor alguno un mero con lentejas y caracoles; y demasiado dulces unas manitas rellenas de faisán y foie, se supone que deshuesadas aunque aparecía algún huesecillo que otro. La tarta fina (¿?) de manzana no estaba mala, aunque no era fina; y la leche frita flambeada, caramelizada en exceso y por tanto pesadísima. 122 euros a los que hay que sumar 60 de un Taittinger Brut Vintage 2000 (por el que tuvimos que esperar un buen rato, porque no lo tenían frío).

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