Pues no. No les voy a hablar de lo mal que está el servicio de sala en los restaurantes (que, en general, está muy mal), sino de todo lo contrario. Del buen servicio. Escasean los buenos profesionales, pero donde los hay, da gusto. Cuando la pasada semana, como ya he dejado escrito en este blog, cené en Taillevent, en ParÃs, más que la comida lo que me gustó fue ver como todo puede funcionar en la sala como un reloj, con esa discreción elegante que constituye el verdadero lujo. Pues bien, esta semana he tenido la suerte de comer en dos de los mejores restaurantes de Madrid y mis experiencias tampoco han sido malas, pero entiendo que ambas son excepciones que justifican la regla y además se corresponden con restaurantes que, por sus precios, no están al alcance de todos. En Santceloni, que vuelvo a insistir en que para mà es con diferencia el mejor restaurante de Madrid en estos momentos, todo funciona a la perfección. Un equipo joven y bien dirigido por Abel Valverde y David Robledo hace del servicio de sala todo un espectáculo. De la cocina de Óscar Velasco, también magnÃfica, ya hablaremos estos dÃas pero me quedan en el recuerdo unas tórtolas impresionantes. Por no hablar del carro de quesos, sin parangón, o de la cava de puros. En ZalacaÃn manda la vieja escuela. También todo funciona perfectamente bajo la atenta mirada de José Jiménez Blas, pero falta la seriedad de Santceloni. Hay con los clientes, a veces, demasiada confianza. Por cierto, que a ZalacaÃn se ha incorporado un director de sala que es toda una institución en Madrid: Carmelo Pérez. Abandona Jockey, que aunque les pese a sus responsables no pasa por su mejor momento. He hablado del buen servicio porque seguro que del malo me pueden ustedes aportar interesantes experiencias. AnÃmense.
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