Cualquier premio o reconocimiento hace siempre mucha ilusión. Pero hay algunos que hacen mucha más por las circunstancias que los rodean o por quienes los conceden. Y este es el caso del nombramiento como “Embajador permanente de la gastronomía asturiana” que recibí el pasado martes en Gijón. Lo conceden las tres asociaciones de hostelería del Principado (Hostelería de Asturias, Hostelería de Gijón y Unión Hotelera), que trabajan ya para fundirse en una sola, lo que repercutirá muy positivamente en este sector fundamental de la economía asturiana.
Con este premio veo recompensado todo el apoyo que he dado siempre desde Madrid como periodista, y en los últimos años como crítico gastronómico, a todo lo que tenga que ver con Asturias. Sin ánimo de ponerme medallas, creo que he contribuido a que mis colegas del resto de España hayan puesto por fin sus ojos en esta región y se hayan dado cuenta de la importancia que tiene su cocina. De un tiempo a esta parte la gastronomía asturiana está muy presente en todos los medios, y eso es algo fundamental. De todas formas, ser embajador de la gastronomía asturiana es cosa fácil. Es fácil hablar de un producto tan variado como excelente, tanto del mar como de la tierra. Es fácil hablar de una cocina tradicional con tanta personalidad, tan diferenciada, tan rica. Y es fácil hablar de unos cocineros y unos restaurantes que se han situado entre los mejores de España por méritos propios. En cualquier caso, los verdaderos embajadores de la gastronomía asturiana son todos esos cocineros y empresarios, desde los de restaurantes con estrella hasta los modestos chigres, que han peleado y pelean contra la crisis, que procuran día a día mejorar su oferta y lo hacen sin apenas apoyo institucional. Aún quedan cosas por hacer, mucho por avanzar, pero ellos son, sin duda, los mejores abanderados de esta región, uno de los pilares más importantes de la economía asturiana.
El acto de entrega de premios se celebró en la Universidad Laboral de Gijón, un marco impresionante en el que nunca había estado. Primero en el inmenso salón de actos, casi lleno, donde la televisión pública asturiana (TPA) montó un escenario para grabar toda la gala. Un programa especial que podrá verse mañana sábado por la noche, presentado por Elena de la Fuente y Pachi Poncela, con cocina en vivo a cargo de la guisandera Viri Fernández (¡vaya tortilla de patata que hizo!) y de los alumnos de las diferentes escuelas de hostelería de la región, que pusieron un toque más moderno, y música en directo de la orquesta de cámara de Siero, con los músicos ataviados de cocineros.
Por el escenario fueron pasando los distintos premiados de este año: restaurante Panduku (Siero), Marino (Luanco), La Zamorana (Gijón), merendero El Cruce (Gijón), La Casa del Café (Gijón), La Mallorquina (Oviedo), restaurante Asturias (Vegadeo), hotel Peña Grande (Cangas del Narcea), hotel La Chopera (Ribadesella), camping Peñarronda (Castropol), La Bodeguita del Medio (Gijón), y pub La Regenta (Oviedo). El premio a la trayectoria empresarial fue para Fernando Espina, propietario, entre otros locales, de El Rinconín de Deva.
En el tramo final se entregaron los tres premios principales. El de Embajador de la Asturianía, al cantante Víctor Manuel. La Medalla de Oro del sector a Pedro Morán. Y el citado de Embajador permanente de la Gastronomía asturiana que me entregó el consejero de Economía y Empleo del Gobierno de Asturias, Graciano Torre (foto inferior). Compartimos mesa entonces con la presentadora, para una entrevista, los tres premiados y los presidentes de la dos asociaciones de hostelería, José Luis Álvarez Almeida y Ricardo Álvarez. Pueden verlo en la foto que ilustra este post.
Tras este acto, un aperitivo en el patio de la Universidad Laboral, en el que pude saludar a numerosos cocineros y empresarios asturianos. Le siguió una cena para nada menos que 600 personas a cargo de Deloya Gastronomía. Se lució Javier Loya a pesar de la cantidad de comensales. Un lomo de merluza braseado impecable de punto, con fideos chinos y verduritas; un lechal confitado con patata panadera, puerros y ensalada, también irreprochable, y un bizcocho cremoso de chocolate. Vinos de las bodegas Masaveu (Fillaboa y Murúa). Compartí mesa con los premiados, los anfitriones y la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, que por cierto es una persona encantadora. Muy agradable velada.
P. D. No me he olvidado de la tercera parte de México que aún les debo. Será en el próximo post. Y recuerden que estamos en Twitter: @salsadechiles
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