El Barcelona llegó al partido de ayer decepcionado de sí mismo, de su alma menor, tal como el catalanismo naufraga en sus propias cuitas sin que el Estado tenga ni que presentarse. Que un equipo batallador como la Juve, fuerte pero sin ninguna gloria, llegara a parecer brillante fue, mucho más que mérito suyo, fruto del gran despropósito del Barça.
Contra la Real el equipo empezó dando muestras de la misma inconsistencia y los de Eusebio pudieron marcar en el minuto dos. Messi le filtró dos minutos más tarde una deliciosa asistencia a Jordi Alba, pero fue sólo un detalle en el contexto de una mediocridad aplastante. Los vascos no hacían gran cosa pero eran claramente superiores: llegaban más y mejor, con poco acierto pero con mucha fuerza y muchas ganas. Buena entrada en el Camp Nou, con muchos turistas por Semana Santa.
¿Qué lleva a un equipo como el Barça a caer del cielo a la vulgaridad? Oyarzábal remató a bocajarro un centro de Carlos Vela en el 12 pero Ter Stegen con su talento y con fortuna pudo salvarlo. No es un resultado lo que le criticamos al Barcelona sino su insólito recrearse en lo mediocre, en la fealdad, como si buscara algo en el fondo del desastre. En el 16, tras un túnel de Paco Alcácer, Messi cruzó un durísimo disparo desde fuera del área lejos del alcance de Rulli. Una muy fina lluvia empezó a caer sobre el estadio y el Barça, animado por el gol, empezó a jugar algo mejor, pero la Real seguía poniendo el juego, la elaboración y la calidad y los de Luis Enrique, a remolque, hacían lo que podían. Umtiti confirmaba que es el mejor de los últimos fichajes del club -por no decir que es el único que ha salido bien- y Paco Alcácer, como los niños que hacen los deberes pero suspenden el examen, se esforzaba mucho en todo pero lo que tenía que marcar lo fallaba.
Quien no falló fue Messi, que aprovechó en el 36 un tonto error defensivo de la Real en el área para marcar sin oposición el segundo. No es que fuera un marcador clamorosamente injusto, porque pese a su ambición la Real tampoco es que hilara muy fino, pero el Barça ganaba por encima de sus posibilidades e Íñigo Martínez nos lo vino a recordar en el 42 forzando un gol en propia puerta de Umtiti. Paco Alcácer concretó una rápida y elogiable reacción del Barça y al minuto siguiente aprobó por fin el examen y consiguió el 3 a 1; pero este Barça se ha especializado en convertir cualquiera de sus logros en un espejismo y Xavi Prieto en el descuento secó la euforia de las posibles metáforas sobre otra remontada consiguiendo el segundo de su equipo. Si esto sucediera en el partido del miércoles, el Barça tendría que marcar otra vez seis goles para llegar a semifinales y eso suponiendo que la Real no marcara ninguno más.
La segunda parte empezó con la Real acreditando que iba a por el partido, pero sin la contundencia que hace falta para ganar esta clase de compromisos. Una mezcla de inocencia y ensimismamiento de equipo prometedor pero tierno. Buen trabajo de Eusebio pero sobran rodeos y falta concreción. Demasiada mantequilla no hace una salsa mejor.
Suárez vio otra amarilla por protestar y eso que Martínez Munuera le había perdonado la cartulina por la evidente falta de la que el uruguayo se quejaba. ¿Inmadurez? ¿Cerebros de luces apagadas? Burros o frívolos, jugadores tan importantes y que tanto cobran, tendrían que ser severamente multados por sus clubes por exponerse de esta manera tan caprichosa y estúpida a perjudicar a su equipo. Bochornosos gritos de “sí se puede” -en referencia a lo de la Juve- en un estadio burgués como el Camp Nou: nos están entrando hasta el salón.
Iniesta entró por André Gomes y sus compañeros le despidieron con aplausos para animarle. Si algún día os hacen esto, en casa o en el trabajo, sabed que estáis muy mal.
Ayer al final el espejo no se rompió pero el Barça ganó temblando. Con semejante precariedad no se gana una Champions.
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