Patricia, Pato para sus amigos, es bombera operador de la Central de Coordinación Operativa de Bomberos de la CAM. Al cuerpo de bomberos, como a todas las fuerzas de seguridad, esta pandemia le ha puesto al límite de sus fuerzas, su capacidad y su pericia.
Pato, es una viajera empedernida. Dedica todo el tiempo que puede a patear mundo. Ha conocido más de 100 países ya. Y esta crisis en cierto modo también está siendo un viaje. Pero completamente distinto a los demás. “Normalmente cuando viajo lo importante es el camino, el destino es casi lo de menos. Viajar es perderse y reencontrarse. En cambio, en este viaje que la vida nos ha puesto delante, de golpe y sin instrucciones, lo importante es llegar, y llegar a buen puerto, lo antes posible y con la mayor eficacia. Volver a encontrar la paz en nuestras vidas, y con el tiempo sentarnos en la orilla del camino para evaluar las pérdidas y las cosas buenas que también, seguro, habremos aprendido”.
Desde el inicio del estado de alarma además de su trabajo ha estado volcada en colaborar como voluntaria en el centro logístico de material sanitario IFISE. “Ha sido fácil dar un paso al frente e implicarme de esta manera. No había otra. No busco ni realización personal ni reconocimiento. Llegará el momento que los voluntarios podamos dar un paso atrás, pero ahora hacíamos falta. Teníamos que actuar, con fuerza y rápidamente, encajar donde pudiéramos ser más útiles y dar lo mejor de nosotros mismos. La crisis ha requerido un esfuerzo humano enorme”.
Pasan los días, las semanas y ya son meses. “Lo más duro está siendo la incertidumbre. El no saber cuándo ni cómo se va a terminar”. Aun estando mucho más cerca, Pato se pregunta, “¿cuándo los medios serán suficientes, cuanto más vamos a tener que sufrir, cuánto tiempo más vamos a tener que luchar?”. Y la pregunta lógica que se hace a continuación: “¿Desde dónde nos vamos a tener que volver a levantar? No saber el coste final que tendrá esta batalla es inquietante y triste. Saldremos, eso seguro, pero…”.
Ha estado muy implicada en un trabajo muy intenso, donde el día a día no permite parar a reflexionar. “Pero al llegar a casa noto que estoy especialmente sensible, para la bueno y para lo malo. Me enfada la gente que no respeta la cuarentena, que no se adapta a la situación de crisis y que hace del egoísmo su plan de vida. Pero por suerte esta gente es la menos. Y también es increíble ser testigo de la cantidad enorme de aportaciones de personas, empresas o instituciones que han estado apoyándonos todo el tiempo. Han sido esos gestos y esa fuerza la que nos han emocionado y nos ha sostenido todo el tiempo”. Gracias, Pato. Ya estamos más cerca y el viaje de retorno a la normalidad no hubiera sido posible sin personas como tú.
Rocío Gayarre
BomberoCovid-19