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“A solo tres vallas”

Thierry Feuteu (Camerún)

“A solo tres vallas”
Ignacio Gil el

Así es. Son solo tres vallas, de seis metros de altura, construidas de verja de acero, alambre de espinos, y cuchillas. Constituyen la frontera más desigual del mundo, la llamada “frontera sur” entre África y Europa. La presión fronteriza es fuerte, y de cada cinco inmigrantes africanos que intentan llegar a Europa solo logra cruzar uno.

Thierry Feuteu, camerunés, de veintitrés años fue uno de ellos. “fue el 28 de mayo del 2014, a las 5,30 de la madrugada, jamás lo olvidaré. Éramos más de mil y lo conseguimos unos cuatrocientos. Cuando estás trepando no tienes tiempo de pensar, ni siquiera de sentir miedo.” Era su tercer intento, los dos anteriores los abortó la policía marroquí. Tití tiene un cuerpo portentoso, tenía confianza que si conseguía trepar, sería de los que conseguirían cruzar a Melilla.

Como en el rugby, su vida se divide en tres tiempos. El primer tiempo: El mediano de tres hermanos, recuerda que de pequeño era travieso y muy bruto. Jugaba al fútbol como todos los demás niños “soñábamos con ser Samuel Eto’o, era nuestro ídolo”, y no descubrió el rugby hasta los once años.  Se apuntó porque jugar al futbol costaba dinero mientras que el rugby era gratuito. Su padre vio que el deporte le fascinaba y dejaba de lado los estudios y le presionó para que dejara el rugby. Era muy duro y exigente con él. Pero Tití siguió entrenando.

Cuando cumplió 18 años se dio cuenta que no tenía futuro en Camerún. Un amigo le convenció para ir a probar mejor suerte en Marruecos. Inició su “segundo tiempo”, el peligroso camino hacia Europa, persiguiendo su sueño. Un mes y medio de camino, más de 5.000 kilómetros, cruzando Nigeria, Níger y Argelia, atravesando el desierto “una experiencia durísima, que jamás repetiría. Ví muertos semihundidos en las dunas del desierto y cuerpos flotando en el mar. Se que he tenido muchísima suerte, pero el precio de la ruta es demasiado alto, muchos han pagado con sus vidas. No le aconsejo a nadie que venga. Soy consciente de que he tenido una suerte inmensa.” En Marruecos tuvo que esperar varios meses hasta que llegó la oportunidad de saltar, y repartió su tiempo entre el monte Gurugu y la ciudad de Nador donde una familia local le acogió. Les estará siempre agradecido.

Ya en España está viviendo su “tercer tiempo”. Fue acogido por la ong Movimiento por la Paz en Miraflores de la Sierra. “No esperé ni un momento. Sabía que mi camino era el rugby y así se lo hice saber a los coordinadores quienes me apoyaron. Sabía que aun tenía mucho que aprender y que el único camino era el esfuerzo y la constancia, pero creía que valía para esto y lo tenía que demostrar”. Jugó en varios equipos antes de llegar a la que desde el 2015 es su casa, el club de Alcobendas. Acaba de debutar con la selección, defendiendo a la rojay su bandera. “Para mi es un honor”. Le quedan muchos retos por conquistar tanto en el campo como en su vida personal. “Trabajando duro y escuchando los consejos de los demás, se puede logar todo.”. Tití definitivamente es un campeón…de la vida.

Rocío Gayarre

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