Tras un fin de semana de euforia deportiva, hoy habrá personas que no puedan ni moverse por las agujetas. Puede incluso que la intensidad del dolor te haga pensar en una lesión. Lo más sencillo, general y obvio para saber si eso ocurre es la experiencia. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Si estás acostumbrado a llevar una vida repleta de actividad deportiva, del tipo que sea, sabrás identificar perfectamente la incómoda sensación de unas agujetas. Pero vamos a conocerlas un poco más.
Agujetas: conceptos básicos y diferencias con la lesión
Mientras que las lesiones pueden ser de muchos tipos, las agujetas allí donde estén son sencillamente el dolor reflejo de las “cicatrices” que hay en nuestro tejido muscular recuperándose de las roturas microscópicas que se producen al ejercitarnos con cierta intensidad. Esa cierta intensidad no tiene necesariamente que ver con hacer un “iron man”, simplemente un cambio de actividad te puede sacar agujetas, incluso si estás en forma. Con dos ejemplos se entiende fácilmente, ninguno dudaríamos de la preparación de Rafa Nadal, pero si mañana decidiera remar en piragua, al día siguiente tendrá agujetas. Puedes ser un campeón remero, pero si tomas la decisión de pintar tu casa por tu cuenta, al día siguiente tendrás unas agujetas sorprendentes.
Las agujetas aparecen a las 24 horas de hacer ejercicio, pero suelen ser todavía mayores a las 48 horas. Aquí podemos encontrar un comportamiento diferente a la lesión deportiva. En general (no se puede hacer regla absoluta de esto), una lesión suele dar la cara de dos maneras, o nos duele inequívocamente en el momento en el que se produce, pensemos en una rotura ósea como caso más evidente, o es un dolor que aparece nada más enfriarnos que puede ir de poco a muy intenso.
También es muy típico que una lesión deportiva produzca inflamación y esa característica sensación de calor en la zona afectada. En la agujeta hay un proceso inflamatorio, pero es algo interno que nunca se va a reflejar en tu cuerpo como, por ejemplo, la hinchazón de un tobillo tras hacernos un esguince.
Las agujetas tienen un origen muscular, un dolor en una articulación no es una agujeta. Esta afirmación parece una perogrullada, pero la realidad es que no he escuchado a nadie localizando perfectamente unas agujetas en el tobillo, pero sí a muchos en el hombro. En ese caso ¿se refieren a la articulación o a la musculatura del hombro? Como podrás suponer, es una zona que complica la valoración real del dolor, pudiendo en muchos casos necesitar de la intervención de un fisioterapeuta o un médico para valorar la existencia o no de una lesión.
Otra diferencia importante es que las agujetas permiten continuar con la actividad física. Aunque comenzar a hacer ejercicio con agujetas es muy incómodo, rápidamente desaparece la molestia y si no nos pasamos, incluso conseguiremos que mejoren o hasta desaparezcan. La lesión impedirá realizar cualquier ejercicio en los casos más graves o, al acabar de hacerlo y volver a enfriar la zona lesionada, volverá el dolor con igual o incluso mayor intensidad.
Otra diferencia con la lesión es que las agujetas se pasan sin más, tanto si descansamos como si seguimos haciendo ejercicio. La lesión suele requerir algún tratamiento, ya sea con algún ejercicio sencillo de rehabilitación en los casos leves hasta una cirugía en los más graves. Una vez más es algo aparentemente muy obvio, pero una tendinitis es una lesión que puede acabar siendo grave y que en sus primeros pasos podría llevar a alguien a identificarla como agujeta: un dolor que aparece al mover una zona el cuerpo, que incordia un poco al empezar a hacer ejercicio, pero que al calentar desaparece… viene y va. Mucho cuidado, ante cualquier duda razonable visita a tu fisio o a tu médico y adapta tus entrenamientos.
Tratamiento de las lesiones y de las agujetas
Hablar del tratamiento de las lesiones no tiene mucho sentido. Son los médicos quienes tienen la respuesta para cada lesión y caso particular. En cuanto a las agujetas, no hay un tratamiento. No hay pastilla, ni súperalimento, ni varita mágica que las haga desaparecer, aunque sí que hay algunas pautas que vienen bien para disminuir su intensidad o hacer que pasen antes:
- Intenta no hacer reposo absoluto y repite el ejercicio causante de las agujetas. Eso sí, con intensidad suave.
- Aplica calor al acabar de hacer deporte (ducha caliente, una sauna breve, agua o paños calientes).
- Estirar al acabar el ejercicio es una buena práctica, pero empieza a haber numerosos estudios que indican que estirar demasiado tiene otras contrapartidas. Hazlo con moderación.
- El rodillo de foam es un gran aliado. Aprende a usarlo e incorpóralo como parte de tu rutina. Si no lo has probado nunca, te advierto que pasarte el rodillo por una zona con agujetas, es toda una experiencia.
- Recuerda que tienes a tu disposición dos antiinflamatorios naturales: la curcumina y el jengibre. Sus efectos no son milagrosos pero vienen bien y son mucho más aconsejables que acudir a medicamentos dado que aunque nos ayuden a pasar el dolor, interfieren de alguna manera en el proceso natural de recuperación de nuestra musculatura.
Las agujetas son algo que se produce de una manera natural. No eres ni más débil ni más fuerte por tenerlas. Aprende de ellas y valora por qué han aparecido y si te están dando información sobre lo que te falta o te sobra en tu entrenamiento. Aunque fastidien muchísimo, no cambies un millón de agujetas por una sola lesión, no hay comparativa posible. Que la fuerza te acompañe.
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