La sostenibilidad está de moda. El mundo necesita frenar el cambio climático para garantizar su supervivencia, y hay muchas cosas que mejorar, no solo a nivel medioambiental, sino también social para garantizar la calidad de vida de todas las personas, sin desigualdades, con acceso a los servicios esenciales y con oportunidades de futuro. En 2015 Naciones Unidas aprobó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una hoja de ruta que recoge los principales desafíos de la humanidad y marca un horizonte para alcanzarlos: el año 2030.
Los expertos de la ONU estiman que se necesitaría destinar 6 billones de dólares cada año para poder cumplir los ODS, entre 2 y 4 billones de dólares más de lo que se está destinando en la actualidad.
La inversión sostenible o de impacto, es decir, aquella que, sin dejar de lado el objetivo de la rentabilidad, busca generar un efecto positivo de carácter social o medioambiental en el planeta, está experimentando un aumento notable en los últimos diez años, con crecimientos anuales superiores al 20% en Estados Unidos, donde el mercado está más desarrollado, y de entre el 6% y el 8% en Europa, tal y como recoge en sus informes la Global Sustainable Investment Alliance.
Hoy en día, cada vez hay más fondos de calidad que generan impacto positivo en sectores como la salud, el agua, las energías renovables, la biotecnología o el clima; fondos basados en negocios rentables, sólidos, con un importante potencial de crecimiento y una clara vocación de construir un mundo mejor. No obstante, esta fintech de asesoramiento financiero independiente ha detectado que las alternativas de inversión sostenible que actualmente se ofrecen en nuestro país se dirigen principalmente a empresas y grandes patrimonios, pero no están pensadas para el pequeño y mediano ahorrador que también quiere contribuir a mejorar el mundo.
También para los millennials
Por ello, y con el fin de democratizar el acceso a este tipo de inversiones, hace dos meses lanzó su servicio Micappital ECO, que utiliza la tecnología para identificar los mejores fondos de inversión sostenible en función de su capacidad de impacto, su rentabilidad, su nivel de riesgo y las comisiones que aplican. Por medio de los algoritmos que han desarrollado, la compañía es capaz de construir la cartera de impacto más eficiente, aplicada a los ODS en los que el cliente desea contribuir, y adaptada a su perfil inversor (importe invertido, nivel de riesgo que es capaz de asumir, plazos de inversión, etc.).
A través de este nuevo servicio pretenden no solo darles la oportunidad de apoyar con su dinero a empresas y proyectos que se dedican mejorar el mundo, y que al mismo tiempo ellos se beneficien de su crecimiento, sino también a contar con un acompañamiento personalizado que les ayude a perder el miedo a invertir y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento.
Una vez diseñada la cartera, identificando las inversiones sostenibles de mayor calidad a las que sus clientes pueden acceder a través de su banco, Micappital realiza un seguimiento diario de su comportamiento, y avisa al cliente cuando detecta la necesidad de hacer algún cambio para protegerlas o hacerlas crecer, de acuerdo con la evolución del mercado.
La tecnología de Micappital también permite al inversor que elige esta opción comprobar el impacto real que está consiguiendo con su dinero, de qué forma está contribuyendo al desarrollo sostenible, haciendo tangibles los resultados de su esfuerzo ahorrador.
En estos dos meses desde el lanzamiento de su servicio, más de 420 personas han decidido lanzarse a la inversión de impacto, y hoy ya gestiona un capital de 1,2 millones de euros en fondos sostenibles. Los cinco sectores en los que más dinero han invertido estos clientes son, en este orden: medio ambiente (el 31% del total), seguido de energías renovables, salud, reciclaje y equipos médicos, todos ellos por debajo del 10% del total invertido.
Aunque el objetivo de la inversión de impacto, como el de cualquier tipo de inversión, es conseguir rentabilidad, una consulta reciente realizada por esta fintech entre más de 1.200 inversores habituales revela que el 57% de ellos estaría dispuesto a renunciar a parte de esa rentabilidad por saber que con su dinero están contribuyendo a mejorar el planeta, y el 93% estaría interesado en invertir al menos una parte de su patrimonio en productos capaces de generar ese impacto.
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