Ya hemos oído desde hace tiempo que las vacas son responsables, con sus gases de rumiantes, de buena parte de las emisiones que provocan el efecto invernadero. No son las únicas, también las carnes de cordero, de cerdo y hasta la de ave inciden sobre éste, según un estudio de de Poore y Nemeneck, publicado en la revista Science en 2018 y considerado como uno de los trabajos de referencia sobre el impacto de la alimentación en el medio ambiente. Completan el ranking de los diez alimentos más peligrosos para el calentamiento global las gambas cultivadas, los preciados frutos ‘de desayuno’: café y chocolate, además del aceite de palma, ya denostado por otras razones, y algunos otros quesos y lácteos.
En total, y según ese estudio que ha analizado datos de más de 38.000 granjas en 119 países de todo el mundo, alrededor del 26% de las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero proviene de la alimentación humana. De ahí, solo el 18% tendría que ver con los envases, el transporte y la logística. Es decir, el 82% de estas emisiones se deriva de la producción del alimento en sí.
Esta app, que se caracteriza por tratar de ofrecer a los usuarios la mayor transparencia posible sobre lo que comen (analiza y califica a los alimentos según criterios científicos como son el perfil de nutrientes de la OMS para distintas categorías de alimentos, el sistema NOVA basado en el grado de procesamiento de los alimentos y el sistema de advertencias del Gobierno chileno), acaba de incorporar a su algoritmo un aviso que indica si un producto escaneado contiene alguno de esos 10 ingredientes que más impacto tienen en el efecto invernadero por las emisiones de CO2 derivadas de su fabricación.
ODS, los mandamientos de Naciones Unidas
Cada vez vemos más fenómenos como la subida de la temperatura, la superpoblación, virus o plagas… El planeta trata de avisarnos, y somos responsables de hacer que esto cambie (a mejor). Naciones Unidas, con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, nos indica los puntos sobre los que debemos incidir para mejorar nuestras condiciones de vida (así como las de todos los seres que habitan la Tierra). En este caso, el tema que tratamos estaría afectando al 12 (producción y consumo responsable) y 13 (acción por el clima). Porque por trivial que nos parezca, también influye lo que ponemos en nuestro plato cada día.
¿Qué puede hacer el comprador de a pie frente a ello? ¡Informarse! Es cierto que es complicado, sobre todo cuando los mensajes que recibimos de la publicidad, el empaquetado, la nomenclatura de los productos, nos están tratando de vender precisamente lo contrario -más sano, más ecológico, más ‘light’-. Pero hoy día hay medios, como estas aplicaciones nutricionales, que nos pueden ayudar a ser más conscientes de lo que comemos, no ya solo por nuestro cuerpo, sino también por nuestro entorno. A buen seguro veremos más iniciativas de este tipo en los próximos tiempos.
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