El otro dÃa se me ocurrió ver una pelÃcula en la que aparecÃa Nicolas Cage. SÃ, Nicolas Cage. Para muchos cinéfilos es considerado como uno de los peores actores que puede haber en el panorama actual. Ahà no entro, reconozco que tuvo tiempos mejores que los actuales, pero a ser el peor. Los crÃticos especializados son los que pueden aportar más luz sobre las aptitudes artÃsticas de Cage.
Lo que me motivó a escribir este post es el mal sabor de boca de me dejó la pelÃcula Color out of Space, adaptación de la obra de H. P. Lovecraft El color que cayó del espacio. La pelÃcula trata sobre un meteorito que se estrella cerca de la granja de la familia Gardner, un lugar solitario y envuelto en un más que vistoso bosque, en donde se libera un organismo extraterrestre que convierte la tranquila vida rural del núcleo familiar en una pesadilla llena de color y algo alucinógena.
Este es uno de los relatos más emblemáticos de Lovecraft. Por eso, al terminar la pelÃcula me tuve que ir a por el libro que habÃa editado Nórdica Libros y habÃa sido ilustrado por Albert Asensio. Nada que ver. Otra dimensión. Otra realidad. Otro relato. Mucho mejor claro. La adaptación de Richard Stanley, un cineasta que desapareció de Hollywood tras su polémico despido de La isla del Dr. Moreau, es floja y creo que se nota que es su primera pelÃcula de ficción en casi 30 años, eso sÃ, intenta proponer una enloquecida actualización del relato de Lovecraft, con unos grandes efectos especiales.
La edición de Nórdica del relato corto de Lovecraft, tiene el valor añadido de los fantásticos dibujos de Asensio. Trazos y colores contrastados que captan la esencia siempre difÃcil de adaptar de Lovecraft. Sin acudir a lo fácil, que es mostrar el horror, la sangre sin necesidad. Lo magnÃfico de Lovecraft como de Asensio, es esa sugerencia del horror, mostrar pero sin enseñar, crear esa tensión tÃpica de Hitchcock en la que no es necesario mostrar vÃsceras ni bichos horripilantes, ya que el peor terror es el que no se ve.
Lovecraft quiso crear un nuevo arquetipo de monstruo y lo hizo convirtiéndose un color indefinido en objeto de un terror incomprensible. Además, sabe meternos en la piel de esa casta de puritanos subdesarrollados y hace que percibamos el hedor que rodea esos bosques que «ningún hacha ha cortado jamás».
Una de sus mejores historias, por sus descripciones del paisaje que son tan meticulosas que sus bosques y valles están cargados de amenazas, mucho antes de que algo se derrumbe o se arrastre a través de ellos. Un trabajo supremo dentro del trabajo de Lovecraft. Es aquà donde se muestra el paisaje dibujado de forma indeleble de El color fuera del espacio. Una lectura a la se vuelve con frecuencia, especialmente por Halloween. Solo por el magnÃfico inicio que tiene:
«Al oeste de Arkham las colinas se elevan salvajes y hay valles con profundos bosques que ningún hacha ha cortado jamás. Hay cañadas estrechas y oscuras donde los árboles se inclinan exuberantes, y donde pequeños riachuelos gorgotean sin haber recibido nunca un rayo de sol. En las suaves ondulaciones de las laderas se yerguen antiguas granjas hechas de piedra junto a casas de campo en ruinas y cubiertas de musgo que guardan eternamente los secretos de la antigua Nueva Inglaterra al abrigo de grandes salientes de roca; pero ahora todas están vacÃas, las anchas chimeneas se desmoronan, y las paredes se hinchan peligrosamente bajo los tejados abuhardillados.»
Una prosa madura en la que Lovecraft muestra un grado de control poco común. Las frases son extraordinariamente inquietantes, floreciendo una al lado de la otra. Páginas y páginas que nos dicen que los cerdos de los Gardner empezaron a ponerse grises antes de morir; que los mismos Gardner, son impulsados ​​casi más allá de la razón y se movÃan con una resignación impasible, como si caminaran entre dos mundos, entre filas de guardias sin nombre hacia un destino conocido; y que, de forma sencilla y despiadada, se pueden volver locos tras una visita al pozo de la granja.
En definitiva, si quieren de verdad pasar un momento de enganche terrorÃfico sin caer en lo visceral y a veces en la falta de clase, acudan a Lovecraft, a sus frases, a sus descripciones de ese terror sugerido e inquietante, sin forma aparente, que se encuentran en El color que cayó del espacio.