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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El Tigre de Joël Dicker

El Tigre de Joël Dicker
Pablo Delgado el

Siberia, para aquellos que vivimos en la zona templada de Europa, nos resulta una región inhóspita que se nos hace poco visitable, por ser una vasta región geográfica que se encuentra en la parte asiática oriental de Rusia. Es una región que se extiende desde los montes Urales en el oeste, hasta el océano Pacífico en el este, y que colinda al norte con el océano Ártico y al sur con Kazajistán, Mongolia, Corea del norte y China. No representa ninguna división político-administrativa, ya que está formada por varios distritos de la Federación Rusa. Pero su nombre va asociado a hechos estremecedores que han ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, como los Gulag o sistema penal de campos de trabajos forzados y otras muchas funciones de policía que se realizaban en la región durante la era de la Unión Soviética. Aunque los campos de trabajos forzados operaron en Rusia antes del establecimiento de la Unión Soviética, el Gulag fue oficialmente creado el 25 de abril de 1930, y disuelto el 13 de enero de 1960. A pesar de que este sistema albergaba también a criminales de todo tipo, y se le ha conocido principalmente como el lugar de encarcelamiento de prisioneros llamados «políticos» y como un mecanismo de represión a la oposición al Estado Socialista.

La mayor parte de Siberia se compone de zonas boscosas (taigas) y pantanosas donde predomina un clima subártico muy extremo, con veranos muy breves. Las partes más septentrionales de Siberia se caracterizan por el bioma de la tundra con un clima extremadamente frío, pudiendo alcanzar fácilmente los -50 ºC, por lo que hay amplias zonas que tienen un suelo permanentemente congelado dificultando así la construcción y la introducción de asentamientos humanos.

Tanto para los humanos como para los animales ese clima es difícil de soportar, pero en las pequeñas poblaciones que están cerca de la zona y habitadas por los mujiks (campesinos), no es el frío lo que las está matando. En un relato escrito a los diecinueve años por el suizo Joël Dicker titulado El Tigre y publicado ahora por Alfaguara por primera vez como libro, ya que fue editado hace diez años dentro de un volumen de relatos en francés.

El consagrado autor por títulos de éxito como Los últimos días de nuestros padres (Alfaguara, 2014), ganadora en 2010 del Premio de los Escritores Ginebrinos, la aclamada La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2013), que fue galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. En El Tigre se aprecia verdaderamente lo que va a ser este escritor y su narrativa, que funciona como envoltorio de hechos y experiencias sufridas por un ser humano y cómo éste responde ante las adversidades.

El Tigre es su primer gran relato, un relato fundamental que dice mucho de Dicker, deudor de sus admirados clásicos rusos y anglosajones, porque es la literatura rusa por la que le entraron ganas de escribir -según dice el autor-: la descubrió en su adolescencia y quedó fascinado por su naturaleza, y eso se nota en este relato, en donde enfrenta sus temas preferidos (dilemas existenciales, las grandes preguntas, la violencia y la posibilidad de redención) demostrando una extraordinaria capacidad de atrapar al lector desde la primera página, generando una tensión narrativa que cautiva y engancha hasta la última página, en una historia cargada de valentía, codicia y mucho orgullo.

A través de un personaje como el jóven Iván Levovitch que va en busca y captura de ese famoso Tigre por el que el Zar a interpuesto una recompensa en oro. Dicker no nos adentra en la época opulenta zarista, envuelta en una atmósfera de grandes mansiones señoriales rodeadas de jardines elegantemente ciudades, sino de hogares de madera y de adobe que dejan filtrar el frío del invierno y los ardores del verano de la dura taiga.

El Tigre, además está bellamente ilustrado con los dibujos de David de las Heras. En ellos, se aprecia un relato paralelo que cabalga a la perfección con el texto de Dicker, en el que el ilustrador interpreta, con su característica visión poética, los acontecimientos ocurridos a lo largo de la estructura narrativa, muy bien ejecutados con los colores vivos empleados por de las Heras, que hacen trasladar una experiencia visual del frío de la región siberiana, así como la gélida resolución de un relato intrigante que hace que este autor así como el propio ilustrador causen adicción lectora y visdual.

El relato se presentó a un concurso literario juvenil en dónde la presidenta del jurado le confesaría que lo habían desestimado porque no parecía creíble que una persona tan joven lo hubiera escrito (vaya ojo).

Un texto de corte dramático, existencial y cargado de suspense, que al final de su lectura al lector le podrá venir a la mente perfectamente, por alguna semejanza en su relato final, un escritor -eso si salvando las distancias- de origen inglés llamado William y con apellido que empieza por S.

“El Tigre” // Joël Dicker // Ilustrado por David de las Heras // Traducción de Juan Carlos Durán // Alfaguara // 14,90 euros

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