Se dice de Nueva York que su vecindad está en constante cambio. Que si la visitas y vuelves después de unos meses, el barrio en el que te alojaste, lo más seguro es que haya cambiado. El local donde comprabas las bebidas, ahora es una floristerÃa, el restaurante al que solÃas ir a comer, se ha convertido en una tienda de ropa. Un enclave italiano se convierte en senegalés; un histórico barrio afroamericano comienza a atraer a los profesionales blancos. Y los acentos y los ritmos también se transforman, los olores se convierten en unos aromas más especiados. Es una ciudad en donde se produce una transformación lenta en algunas ocasiones, y en otras, es de carácter vertiginoso el cambio. Pero siempre hay un sentido de pérdida entre esa gente que llega a quedarse atrás, preguntándose cosas como: ¿qué ha sucedido con su vecindario que una vez sintió como propio?
Este sentimiento urbano, local o de vida, de cambio, de búsqueda, lo retrata la ilustradora estadounidense nacida en San Francisco Julia Wertz (1982) con Barrios, bloques y basura (Errata Naturae). Con una gran trayectoria profesional, publica sus viñetas en The New Yorker y Harper’s Magazine. La ilustradora realiza una genial descripción gráfica en la que combina magnÃficos dibujos de la ciudad de Nueva York menos conocida, con páginas a modo de cómic. Ofrece asà una perspectiva biográfica diferente, ya que el foco no está en su vida, sino en su gran amor, Nueva York, en un recorrido original por sus calles menos conocidas. Una anatomÃa apasionada de la ciudad, cuando asà un libro de paisajes urbanos dramáticos y con historias ocultas.
Un retrato de la ciudad, en la que la única protagonista es ella, Nueva York y sus construcciones, sus calles, sus aceras, sus farolas, sus comercios, sus bancos; en definitiva, su arquitectura menos conocida que nos traslada hacia la historia de la gran ciudad, en la que cada área es una ciudad dentro de otra ciudad, donde los rascacielos luchan entre ellos a codazo limpio para abrirse camino hacia la infinitud del cielo. Pero en este magnÃfico relato visual de la ciudad, no encontraremos esa urbe apretada, que parece estar encogida en si misma como si fuera una colmena de abejas, sino la de una ciudad abierta, cercana, de barrio, de edificios de no más de tres o cuatro alturas, en la que no aparece ni un solo medio de transporte, ni gentes por sus calles, solo están representadas de vez en cuando alguna que otra bicicleta atada a una farola como medio de transporte.
Wertz nos acompaña como si fuera esa amiga que tenemos en la ciudad y que cuando vamos a visitarla nos lleva realmente a los sitios que interesan de verdad, a aquellos donde se respira lo que es realmente la ciudad y los habitantes que la forman. Describiendo a través de esos magnÃficos dibujos de los edificios caracterÃsticos neoyorquinos, un pedazo de historia de la ciudad, representando el antes y el después de muchos de ellos en el tiempo y de singulares historias de la ciudad de la que forman parten sus barrios como el East Village, Greenwich Village, Times Square, los estancos de Broadway, Greenpoint ayer y hoy, los secretos de las estación de Astor Place, y como no, los bares de Nueva York. Muchos de sus rincones más increÃbles y las historias más disparatadas, como la leyenda de Kim’s Video, el curioso negocio de Ray’s Pizza, la basura vintage y los huesos de caballo que ensucian la costa de Bottle Beach en Brooklyn, el cementerio de máquinas de pinball en el fondo del Hudson, el astillero abandonado de Staten Island o la espeluznante biografÃa de Madame Restell, la insaciable abortera de la Quinta Avenida.
Con un envidiable sentido del humor, recorreremos también, restaurantes y puestos de comida ambulante, sabremos de libreros y de basureros, y entraremos en apartamentos minúsculos o de un lujo tan desorbitado como sus precios. Toda una muestra de lo que realmente pude llegar a ser una ciudad como Nueva York. Los dibujos de una ciudad que se eleva majestuosamente en estas páginas, con letreros llenos que evocan el empujón de una vida urbana, invitando en todo momento a entrar en aquellos locales que presiden a modo de friso. El ojo no sabrá dónde instalarse; hay mucho que absorber del trazo de Wertz, ya que se puede apreciar cómo ama a Nueva York hasta lo más profundo.
Este libro es una guÃa real de una ciudad que al ser tan grande, voluptuosa y llena de gente, aunque parezca imposible puede conceder el don de la intimidad y el don de la soledad, toda una metáfora gráfica con calles vacÃas que pueden destruir a una persona o satisfacerla, pero nunca dejarla indiferente. Una vez leÃda y absorbida la obra de Wertz, el lector querrá saber más de la ciudad, perfectamente trazada por el lápiz de la ilustradora que dota de un sentido trazo en blanco y negro, la historia y arquitectura menos conocida, donde se reivindican cada una de las páginas creadas, y conducen a conocerlas en la realidad, por la pureza, que es garantÃa de calidad e implican a los dibujos, en un diálogo intimista a modo de jam session que funciona con mero intercambio de significados y como estructura relacionada en términos de simultaneidad gráfica. Ilustraciones aterciopeladas en blanco y negro, con lÃneas nÃtidas de los paisajes que funcionan a modo de postal. Otra perspectiva para completar en nuestro imaginario particular el perfil de una ciudad como Nueva York. Ideal para leer y que te acompañe en estos dÃas.
Cómic