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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Cómo este ‘monstruo’ está a punto de transformar la novela gráfica

Cómo este ‘monstruo’ está a punto de transformar la novela gráfica
Pablo Delgado el

No me voy a andar con rodeos ni con introducciones contextualizadoras de una historia escrita. La novela gráfica Lo que más me gusta son los monstruos (Reservoir Books) de Emil Ferris es una obra maestra del cómic contemporáneo. Es difícil pensar que en un cómic de debut de esta autora novata en la materia, tenga el esplendor visual, el ingenio narrativo y el impacto emocional reunido en más de 400 páginas. Con este libro, por tanto, Ferris se establece de inmediato como uno de los talentos más emocionantes y provocadores en la industria del cómic.

La historia está fuertemente inspirada en la propia experiencia de Ferris, creciendo como una niña alienada y obsesionada con monstruos en el vecindario del Uptown de Chicago en 1968. Karen Reyes (que es como se llama la protagonista), es una niña de 10 años que intenta descubrir el misterio de la muerte de su vecina del piso de arriba, Anka. Ya que el suceso la policía lo declaró como suicidio, a pesar de las señales que sugieren que fue un asesinato. Este es el punto de partida general de la novela gráfica, pero es solo un comienzo que contextualiza una historia que tiene un alcance mucho mayor y masivo, pasando del Uptown a la Alemania de la época de Weimar junto a la llegada de los nazis, para explorar la madurez de dos niñas que viven en tiempos separados pero de intensa actividad social y agitación política.

Las historias de Karen y Anka se entrelazan para formar un rico tapiz narrativo en el que Ferris desglosa los elementos individuales que componen el libro: misterio, memoria, sexualidad, ficción mezclada con realidad histórica, romance, mordaz crítica social, todo ello envuelto en una novela de suspense sobrenatural, en la que incluso hay cabida para lecciones de arte. La autora combina con gracia todo en una sola lectura cohesiva y fascinante. El misterio de la muerte de Anka Silverberg proporciona una bifurcación narrativa en varias direcciones gráficas, veremos pasar las vidas fascinantes e interconectadas de todos quienes la rodean: su hermano Deeze, cuyo alistamiento a Vietnam es inminente y a quien tortura un secreto del pasado; su madre Marvela, una mujer impredecible que ha sacado adelante a una familia; Sam Silverberg, el Rápido, baterista de jazz marido de Anka; el Sr. Gronan, casero del edificio y mafioso a tiempo parcial; Sylvia Gronan, esposa de este y conocedora de los secretos de la comunidad; el Sr. Chugg, un ventrílocuo de extrañas costumbres; y el extraño y conmovedor catálogo de amigos de Karen, reales e irreales a partes iguales. Por lo que el libro se vuelve más y más sustancial a medida que profundiza en la relación de Karen con la difunta. Esa relación adquiere una profundidad considerable cuando se entera del pasado de Anka en Alemania, a través de unas cintas de casette que guarda su Sam Silverberg, y se produce esa narración trágica paralela, de una niña judía y utilizada, que finalmente encuentra su camino hacia la felicidad y la estabilidad, pero que le es arrebatada cuando los nazis llegan al poder.

Los monstruos de las películas son la metáfora perfecta para la protagonista y para la gente dibujada por Ferris, de manera en que se ve a sí misma, y de la forma en que ella se sentía. La protagonista Karen no se veía como algo bueno, ni era niño, ni niña, porque se sentía como si estuviera siendo víctima del mismo sistema. Se le obligaba a comportarse de forma que no era auténtica y tampoco le permitían darse cuenta de que era una persona íntegra. Por tanto, ser un monstruo parecía ser la mejor solución, al verse a sí misma como un monstruo -como los demonios en los fanzines de monstruos de los años 60 que ama (está salpicada de portadas de revistas de terror, carteles de películas y cómics clásicos de la década de 1950)- y un detective aficionado, nos posiciona en un retrato espiritual y profundo, de una gran vulnerabilidad social. Karen considera que ella y otros inadaptados son monstruos buenos, personas que no se ajustan a las visiones socialmente construidas de lo que es normal y simplemente quieren vivir sus vidas sin herir a los demás. Los monstruos malos son las personas que quieren oprimir, controlar y/o destruir a las personas que desafían sus ideas, y esta dicotomía es especialmente clara para Karen después del asesinato de Martin Luther King, representado en la novela.

 Lo que más me gusta son los monstruos, rezuma secretos e inquietudes que ensombrecen una niñez. Trenza imágenes de monstruos vintage con la curiosidad sobrenatural de una niña, que se imagina a sí misma como una niña lobo. La obra destaca además porque toma una expresión plástica original en forma de diario de cuadernos de bocetos, en el que un arte expresionista, feroz y estremecedor de Ferris, con una técnica de rayado -que recuerda a los grabados del siglo XVI- y con notas de color, logra cambiar la gramática y la sintaxis de la puesta en página de los cómics.

Según Art Spiegelman, creador de la premiada y mítica novela gráfica Maus: “Emil Ferris es una de las artistas de cómics más importantes de nuestro tiempo”. Con una historia biográfica muy peculiar, ya que hace 15 años Ferris (55 años), contrajo el virus del Nilo Occidental de un mosquito que cambió por completo su vida. “Me desperté en una habitación de hospital tres semanas después de ser ingresada”, recordó en una entrevista. “Estaba paralizada de la cintura para abajo. No podía hablar. Y perdí el uso de mi mano derecha, así que no podía dibujar”. Por lo que, los monstruos son más que una metáfora para ella. Se no ta que es una gran aficionada a ellos, ya que cuando era una niña, ellos fueron su centro, y todo ello, ampliado con esos terrores cinematográficos, proporcionaron un contrapunto crucial para su propia vida ya que fue en los 60 cuando veía cómo la policía disolvía las protestas en Chicago, siendo testigo del fanatismo de la calle y los enfrentaminetos, por lo que la hizo pensar en nuestra propia monstruosidad interior.

En definitiva, una obra maestra estremecedora en su gráfica y evocadora en su narración, que posee un nivel de profundidad e introspección que otras novelas gráficas no podrían mantener.  Es una magnífica obra que se desliza con gracia entre el pasado y el presente, la realidad y la imaginación, con un impresionante dibujo a bolígrafo y lápiz que transmite un arte denso y rupturista de Ferris  que gira en torno a cuestiones de raza, sexualidad y madurez. Es un debut sorprendente del que saldrá un segundo tomo igualmente aterrador y rupturista.

Lo que más me gusta son los monstruos // Emil Ferris // RESERVOIR BOOKS // 2018 // 34,90 euros

 

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