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La asombrosa aventura del «Princesa»

La asombrosa aventura del «Princesa»
Combate del navío «Princesa» contra los ingleses «Lennox», «Kent» y «Orford» en 1740, por de Ángel María Cortellini / MUSEO NAVAL
Jesús García Calero el

El «Princesa» es un navío cuya historia va más alla de las batallas. Podría decirse que tuvo mala suerte, aunque esa afirmación no sería del todo justa. Era un barco fuerte, construido en el astillero de Guarnizo, Santander, en 1729, siguiendo los planos de Gaztañeta, los mismos que servirían para construir en La Habana el «Glorioso», uno de los buques que más cara vendió su captura en toda la historia.

El «Princesa» también, como veremos. Tan cara vendió su piel que el historiador naval Agustín Rodríguez González acaba de incluir ese asombroso relato en el libro «Otras victorias por mar de los españoles» (Sekotia), que se presentará el próximo jueves en Madrid.
El abuelo del «Victory» de Nelson

¿Y cómo es posible que incluya entre las victorias de su libro un barco capturado por el inglés? Lo explica el propio Rodríguez González: «Lo merece, como mereció el ‘Glorioso’ figurar entre las victorias de mi anterior libro, por las lecciones que dio a la Royal Navy. Y porque además, una vez capturado, el estudio de su diseño hizo que los ingleses modificaran la construcción de sus navíos y, de hecho, podemos afirmar que el ‘Princesa’ es el abuelo, o uno de los abuelos, del ‘Victory’ el buque de Nelson en Trafalgar».

Vayamos a la historia. El «Princesa» había partido del puerto de Ferrol el 9 de abril de 1740 junto a otros navíos, pero tuvo un problema técnico al partirsele un mastelete pocos días después y se quedó desarbolado. El 19 de abril -según la «Gaceta de Madrid»-, estaba navegando solo por el Atlántico a unas noventa millas de Finisterre cuando avistó una escuadra inglesa.

El donostiarra Pablo Agustín de Aguirre era el capitán del «Princesa» y demostró aquel día de abril la pericia y el valor de los marinos españoles que se arriesgaban en un mar en guerra. Cada vez que los buques hispanos e ingleses se encontraban en el océano ardía la pólvora y corría la sangre. Y eso fue lo que ocurrió en ambos bandos aquel día, pese a la superioridad británica.

Hacía poco más de un año que Gran Bretaña había declarado la guerra a España, después de que el famoso Jenkins llevase su oreja en un frasco al Parlamento de Westminster. Entretanto, el almirante Edward Vernon ya había tomado Portobelo y también «tanteado» las defensas de Cartagena de Indias, mientras preparaba el asalto final a la capital de la América española, defendida por Blas de Lezo, que tendría lugar tan solo un año después con las catastróficas consecuencias para la armada inglesa que todos recordamos.

El «Princesa» era un navío de 70 cañones, pero portaba solo 64 cañones en aquel momento. Al amanecer, fue avistado por tres navíos ingleses, todos de 70 cañones: «Lennox», «Kent» y «Orford», escuadra al mando de Colvill Mayne.

Los tres alcanzaron al desarbolado «Princesa» a las ocho de la mañana. El propio Mayne se adelantó con el «Lennox» y comenzaron a tronar las andanadas. Pero el fuego español fue más preciso y contundente e hizo caer dos mástiles del buque insignia de Mayne, que se retiró. Era el turno del «Kent». Los cañones bramaron y los españoles tuvieron de nuevo la suerte de cara, pues en medio del combate un disparo arrancó la mano del capitán inglés y el «Kent» también se retiró, dañado.

Versión inglesa de la captura, con un “Princesa” destrozado y rodeado por los tres buques británicos intactos. No fue así como ocurrió

Pero entonces llegó el «Orford» de Fitzroy, con su tercera ronda de 70 cañones. Llevaban combatiendo más de ocho horas, todo el día. El «Princesa» había visto morir a 70 de sus marineros y tenía 80 gravemente heridos, algunos oficiales. Los menos graves seguían aplicando fuego por las troneras. Pero la munición se agotaba y el capitán Aguirre cayó gravemente herido. Ante lo insostenible de la situación se rindieron a Fitzroy.

El «Princesa» fue conducido a Portsmouth el 9 de mayo. A los prisioneros se les trató con cortesía. El capitan volvió a su San Sebastián natal, a morir de sus heridas, de las que nunca acabó de recuperarse.

Y el barco se convirtió en «HMS Princess» después de una gran inversión para su mejora y la copia de su estructura para los nuevos barcos ingleses.

Sin embargo, el mismo barco que asombró a la Navy, en manos de marinos británicos y capitaneado por Robert Pett caería frente al «Poder», un mercante artillado con muchas menos bocas de fuego, al mando de Rodrigo de Urrutia. Pett lo pasó tan mal que estuvo a punto de rendirse dos veces. Tuvieron que venir 5 navíos a debelar al «Poder». El «HMS Princess» fue retirado discretamente de servicio poco después. No lo manejaban como los españoles.

UN CAPITÁN INTRÉPIDO EN UN MUNDO EN GUERRA

Lord Augustus

Fitzroy era el capitán del «Orford», el barco al que finalmente se rindió el «Princesa» después de vencer a otros dos navíos. Apuesto e intrépido, Fitzroy participó en algunos episodios de su época que han pasado a la historia. Estuvo con Edward Vernon en el fallido asalto a Cartagena de Indias en 1741, aunque su barco no tuvo un gran papel en la batalla, apenas asistir en la entrada de la flota británica en la bahía. Sin embargo, Lord Fitzroy murió de malaria, a los 25 años, solo 5 días después de regresar a Jamaica tras la derrota sufrida por la flota británica a manos de don Blas de Lezo.

Este bisabuelo de Robert Fitzroy -el capitán del «HMS Beagle» que acompañó en su viaje a Darwin en 1831– tuvo una convulsa vida amorosa. Casó con la hija del gobernaor de Nueva York a la que dio dos hijos. Pero antes había contraído un matrimonio a los 17, invalidado por su padre, y mantenido una escandalosa relación con la esposa de un Lord, William Morice, que acabó en los tribunales.

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Jesús García Calero el

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