Es todo un toque de atención: La prestigiosa revista “Science” acaba de publicar, en su número del pasado 17 de mayo, un extenso artículo que aborda de manera completa los retos de la arqueología subacuática en la actualidad. En el reportaje firmado por el escritor científico Heather Pringle, desde Victoria (Canadá), se da la voz a los más autorizados conocedores de esta ciencia que hoy tienen en sus manos el futuro (o la destrucción) del Patrimonio Cultural Sumergido. Los retos son enormes, y los peligros también. Ese es el gran acierto del artículo, porque los formula unidos.
Es una prueba más de la importancia creciente de este legado de la humanidad, en el que antiguas potencias navales como España y Portugal, pero también el resto porque la historia que encierra ese patrimonio nos pertenece a todos, se juegan un conocimiento esencial. Y también es la prueba de que la recuperación o la destrucción de esta parte importante de nuestra historia se jugará en los próximos años. La lentitud, cuando no la pasividad, de muchos Gobiernos para concienciarse del problema, los costes económicos de la arqueología bien hecha en el mar, así como la camaleónica capacidad de la industria cazatesoros para asimilar algunos ropajes de la arqueología pero sin renunciar a la venta del patrimonio extraído del mar como principal objeto de negocio, son los ejes del problema.
El hecho de que “Science” lo aborde supone una gran noticia para los arqueólogos. Y para todos los que creemos que esta historia merece ser rescatada por las mejores manos y no por los pseudo-científicos faltos de escrúpulos. Pero lo mejor es que esa publicación también pude dar algunos mandatarios una visión de conjunto muy necesaria del problema. Habría que hacerlo circular más.
Porque, de paso, el artículo relata algunos de los avances serios de la arqueología seria, estudios del viento, de la construcción, de la sociedad que dio lugar a esas máquinas asombrosas. Y también señala el peligro que subyace a que determinadas operaciones, como el rescate del “HMS Victory”, acaben siendo el trampolín que esperan los cazatesoros. A muchos de los citados en el artículo, los lectores de este blog y de ABC los conocéis de sobra. Desde Sir Collin Renfrew a Filipe Vieira de Castro.
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