Óscar González el 31 ene, 2014 Una de las cosas en las que más suelo insistir en las sesiones de Escuelas de Padres y Madres que imparto es que los padres somos modelo de referencia de nuestros hijos. El tema es de gran importancia. Somos su guía y por lo tanto, debemos ofrecerles nuestro mejor ejemplo: si queremos que lean, tenemos que leer nosotros también, si queremos que no digan palabrotas tampoco nosotros debemos decirlas, etc. Es muy sencillo. Ahora bien, ¿de esta forma conseguiremos aquello que pretendemos? No siempre pero aumentaremos las probabilidades de que esto ocurra, no lo dudes. “Somos el espejo donde se miran nuestros hijos: ofrezcamos un buen ejemplo” Muchas veces pensamos que si reconocemos nuestros errores ante nuestros hijos éstos perderán su confianza en nosotros. Nada más lejos de la realidad. Debemos mostrarles que no somos perfectos y que nosotros también nos equivocamos. Es la realidad. Y lo más importante de todo es que cuando nos equivoquemos con ellos (cosa que nos sucederá muchas veces) necesariamente debemos pedir disculpas. Si escuchan de nosotros un sincero“lo siento” aprenderán a hacerlo ellos también cuando ofendan, enfaden o hieran a otra persona con su manera de actuar. El mensaje que debemos transmitirles es que disculparse no es rebajarse, no hay que avergonzarse por ello. Insisto, para poder transmitir esto nosotros debemos obrar del mismo modo tanto con nuestros hijos como con todos aquellos con quienes nos relacionamos. Veamos un ejemplo práctico: El hijo llega media hora más tarde de la acordada a casa. La madre nerviosa y enfadada lo está esperando: Madre: (Con gran enfado) Has llegado muy tarde hijo, como consecuencia vas a estar un mes sin salir… Luís: Pero si sólo he llegado media hora tarde, mamá… Madre: No hay nada más que hablar. Me parece muy mala tu actitud. No te puedes ni imaginar lo preocupada que me tenías. Un rato más tarde cuando la madre se encuentra más calmada se da cuenta de que se ha pasado con “el castigo” que le ha puesto a su hijo ya que realmente no era para tanto. No debía haberle dicho que estaría un mes sin salir pero debido a la tensión del momento, a los nervios, etc. ha dicho algo de lo que se arrepiente. Se dirige a su hijo y le dice: Madre: Hijo, debido a los nervios y mi preocupación por ver que no llegabas te he dicho que estarás un mes sin salir. Me he equivocado, lo siento. Eso sí, estarás una semana sin salir. Hijo: Yo también lo siento. Se me ha hecho un poco tarde… No volverá a ocurrir, de verdad. Si nos equivocamos con nuestros hijos (algo que ocurrirá a menudo) debemos asumir nuestro error y pedir disculpas. ¿No te gustaría que hicieran lo mismo contigo? ¿Por qué con los niños no siempre lo hacemos? ¿A caso no lo merecen? No aspiremos a ser padres perfectos “superpapás o supermamás”, actuemos desde el cariño y el sentido común. “Padres e hijos somos maravillosamente imperfectos. Nos equivocamos a diario. Qué grande es reconocerlo” Otros temas Tags ejemplopadres Comentarios Óscar González el 31 ene, 2014