Los toreros que comandan el escalafón de matadores, las figuras del momento, sus mentores y asesores, se han marcado como meta llenar la temporada taurina de grandes acontecimientos, de tours, de giras al estilo de las grandes figuras del pop o del rock. Bien están si lo que se ofrece es toda la verdad que encierra una corrida de toros.
El festejo isidril del 29 de mayo cumplía para los actuales gestores del entramado taurino las condiciones para calificar la tarde de gran acontecimiento. Lleno de “no hay billetes”, glamour a raudales, tanto que se olvidaron de que aquello era, o debería ser, una corrida de toros de postín.
El gran acontecimiento no puede ser el paraguas bajo el que presentar una corrida de toros de El Pilar impresentable, para Madrid y para cualquier plaza. Un gran acontecimiento no debe servir para jugar a ver qué pasa, a que suene la flauta, a que alguno de los matadores se encuentre con las musas. Un gran acontecimiento va a ser el concierto de los Rolling Stones en Madrid el próximo 25 de junio, y les aseguro que si Mick Jagger con sus setenta años a cuestas muestra ese día algo parecido a la frialdad de Castella, al desajuste de Manzanares o al destemple de Talavante, arde literalmente el Bernabéu.
¿Gran acontecimiento? Primero ofrezcan una corrida de toros, sin eufemismos.
Entre barreras
por
Ángel González Abad