Rosario Pérez el 13 oct, 2011 Siete de octubre. Una lluvia de mensajes inunda la blackberry: terrible, espeluznante, terrorífico, espantoso… Es la palabra del horror, el retrato de la cornada de Juan José Padilla en la cara, relatada magistralmente por Ángel González Abad en las páginas abecedarias. Una cornada de espejo que nunca se borrará de su mente. Pero el jerezano es un huracán capaz de arrasar con las tempestades. Quienes lo conocen de cerca ensalzan su fortaleza y su espíritu de ganador. De momento, Padilla ha vencido a la parca, vocablo maldito que sobrevoló en las interminables horas de la operación y que nadie se atrevía a pronunciar. «Juanjo», como lo llaman sus allegados, vive para contarlo. Y la vida sigue igual, aunque nada será lo mismo. Pero como la famosa letra de Julio Iglesias, siempre hay que por qué luchar. Padilla pugnará por regresar a los ruedos y seguro que lo logrará: “No me quites ni una corrida de América”, dijo a su apoderado al despertar. Un héroe al que un miura casi atraviesa el cuello en Pamplona y vuelve a la cara del toro -y no de cualquiera, sino de los más imponentes y de los que rehúyen las figuras- será capaz de regresar a la arena en la que ha forjado su vida y ha tuteado a la muerte. Pero sobre todo, «Juanjo» peleará para salvar al hombre por sus dos pequeños, Martín y Paloma. Curiosamente, sus nombres simbolizan la carrera de un torero de su raza: la guerra y la paz. El Ciclón de Jerez ha protagonizado las más arduas batallas con hierros de pedernal, pero también ha sabido hallar la tecla del temple y la armonía, como cuando indultó un torrealta en su tierra. Ahora tiene por delante la porfía de recuperar completamente al hombre. Tiempo habrá de salvar al torero. Aunque, como otrora ocurriese a César Rincón y otros tantos toreros, no sorprendería que el toro salvase al hombre. Cuestión de afición. Cuestión de raza. Cuestión de una pasión que no conoce fronteras, ni si quiera las de la propia muerte. ¡Fuerza Padilla! Toreros Comentarios Rosario Pérez el 13 oct, 2011