Que levante la mano derecha el que, partidario o contrario, no se haya interesado por la reaparición de José Tomás.
Que levante la mano izquierda quien, defensor o detractor, no haya querido estar presente en la tarde del 23-J en Valencia.
Los de un bando y otro, los del sol y la sombra, los del clavel y los de la camiseta rasgada, veteranía y juventud, poblaron los tendidos, apasionados con la autenticidad del toreo de José Tomás.
Entre los innúmeros apuntes positivos queda la legión de jóvenes que acudieron al acontecimiento del verano. El debate que se marcaron en el mismo ruedo de la plaza ya de madrugada, allá donde José Tomás había derramado su entrega, no tiene precedentes. Acalorado diálogo en la carpa de «Fiesta Joven» que Nacho Lloret montó en los aledaños de la plaza. Qué maravilla oír a la savia nueva de la afición hablando de toros durante horas y horas. Nota debería tomarse, por ejemplo, en Las Ventas. Algo así sería fantástico para que los más jóvenes se acercasen a la Monumental.
La hazaña es de Nacho Lloret, Simón Casas e Isidro Prieto. Pero la autoría principal estaba herrada con la firma del héroe José Tomás. En el AVE regresaban artistas, periodistas, inginieros, obreros, carpinteros… Y jóvenes a tutiplén. La cafetería fue otro foro de debate taurino. Cuatro días después la resaca continúa en las redes sociales.
En una sola tarde, José Tomás ha vuelto a marcar su huella en la Fiesta. Y el rastro permanecerá. Me lo decía Paco Camino: hay muy buenos toreros y grandes figuras, pero si eres buen aficionado es imposible que no valores a un figurón así, su personalidad de otra índole.
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