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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

Los 534 paseíllos de Jesulín, Litri, El Cordobés y Ponce en 1995

Rosario Pérez el


Cómo hemos cambiado. Lo que va de ayer a hoy, de aquel título de la laureada canción de Presuntos Implicados a la realidad de un viento de crisis que arrasa con todo a su paso. De recesión económica y de descuido, de falta de mimo a la Fiesta de la que tantas familias viven y en la que muchos encuentran una escapatoria de placer de los sentidos. Porque el arte también entiende de arrumacos. Y de naturalidad en un mundo en el que a veces se roza la desnaturalización de la naturaleza brava.
Pero en el arte también hay cifras. ¡Ay, las cifras! Lo que va de ayer a hoy, veinte años atrás pongamos. Un tuit del ganadero Álvaro Polo -que ha cerrado una elogiable miniferia que promociona a promesas y encastes en Cabanillas del Campo-, en el que preguntaba por el número de corridas de 1995 y 2013 me hizo adentrarme en ese tesoro que es la Hemeroteca de ABC. La temporada anterior mucho se habló de ese contradictorio incremento del número de profesionales mientras descendían las corridas: 464 se dieron.
Si se compara dos décadas antes, la cifra casi se dobla: 802 se celebraron en 1995, con cifras impensables en el circuito actual. ¿Mundial lo de ahora? ¡Mundialito!, oiga. Hablaba semanas atrás con un maestro retirado que me explicaba sus paseíllos y calificaba de “pijotada” eso de tener que espaciar las actuaciones en tiempos de máxima comodidad en los coches de cuadrillas. “¿Atorado un tío con 40 corridas? ¡Ni con 80!”
Comentaba que el Archivo de ABC me trasladó a la mitad de los noventa y me condujo hasta la página 74 del viernes 10 de noviembre de 1995. Resulta que solo cuatro matadores sumaban entre ellos más corridas que se dieron la campaña pasada y superaba el centenar por coleta. He aquí los datos: Jesulín de Ubrique (160), Litri (132), El Cordobés (123), Enrique Ponce (119). En total, 534 paseíllos, que se dicen pronto. La cosa descendía luego, con las 87 actuaciones de Rivera Ordóñez, cifra que en la actualidad suena también bárbara. Vale que muchas tardes compartieron cartel, caso de Ponce y Miguel Báez, y de que en esos festejos hay que añadir a los compañeros de terna. Pero proporcionalmente es bestial la cifra.
En la información firmada por M. Serrano-Romá, se lanzaba una pullita (así, con dos eles) a la figuras, que “se adueñaron hasta de las plazas de tercera y cuarta categoría, hasta de los cosos donde se venían celebrando novilladas y becerradas, e incluso donde solían actuar los llamados toreros modestos con ganas de abrirse camino”. Ya habían disminuido entonces las novilladas: 642. Por menos firmaban muchos hoy.
Dicen que la crisis ha servido para equilibrar la oferta y la demanda, para una selección más ¿cuidada?, pero lo cierto es que son muchos los profesionales que se quedan sentados en el banquillo con la reducción. Los toreros de arriba siguen actuando en plazas “secundarias”. Y salvo un escenario de temporada como Madrid o ferias como Albacete -donde sí se han acordado de considerados “modestos” que se han ganado un puesto por sus triunfos en Madrid o Sevilla-, en los seriales torean casi siempre los “de siempre”.
Vale que el público quiere ver a las figuras, pero entre las figuras y otros no tan figuras que están en casi todas partes, deberían abrirse huecos. Porque esa apertura de caminos es la luz futura de la Fiesta. Hay cosas que cambian, pero otras se mantienen… De ayer a hoy existe mucha distancia en números pero no tanta en forma. ¿O sí?

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