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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

Adiós a Manuel Cisneros

Ángel González Abad el

El final de año nos llega con la desaparición de un aragonés que lo fue todo en el mundo empresarial taurino y que vivió bajo el manto de la cultura y el arte como señas de identidad. Un ilustrado con alma de torero artista. Manuel Cisneros, que falleció el pasado sábado en un hospital de Barcelona, quiso ser torero y hasta ilusionó a sus paisanos allá por los años cincuenta del pasado siglo en las numerosas novilladas sin picadores que se celebraban en el ruedo de la capital aragonesa, llegando a torear con picadores en la madrileña plaza de Vista Alegre. Y en aquellos escarceos vestido de luces la búsqueda del toreo más artístico fue siempre su meta. Sus finas maneras encandilaron a los aficionados, aunque su aventura en los ruedos acabó pronto. Pintura, literatura, poesía y arquitectura, sus pasiones. El toreo, su vida pasional.
Siguió ligado al mundo del toro como apoderado y empresario. Ahí fue en donde alcanzó altas cotas. Dirigió la carrera del aragonés Raúl Aranda, también de Juan Ramos, de El Viti, de Luis Francisco Esplá y de Curro Romero. Toreros con el denominador común de una enorme personalidad, a los que Cisneros siempre entendió y trató más como consejero y amigo que con una simple relación mercantil.
Como empresario, Manuel Cisneros fue el hombre en que Pedro Balañá descargó por primera vez su responsabilidad taurina como heredero de una de las organizaciones empresariales más importantes de la historia del toreo. En febrero de 1978, cuando había pasado poco más de una década de la muerte de Balañá padre, Don Pedro, su hijo, el ahora nonagenario empresario, nombró gerente con plenos poderes a Manolo Cisneros. Y esos poderes significaban la organización de más de cien corridas por temporada. Las plazas de Barcelona, Palma de Mallorca, Jerez, Linares, El Puerto de Santa María, Huesca, Guadalajara, y otras muchas, incluida la colaboración con la empresa Pagés en la gestión de la Maestranza sevillana.
En ese momento Cisneros se convirtió en uno de los hombres más importantes del toreo y ejerció con acierto la misión encomendada. La versión oficial fue que Balañá necesitaba más tiempo para dedicarse a sus otros negocios no taurinos, aunque también influyeron sin duda las presiones y amenazas que recibió en Sevilla el empresario catalán por parte de varios toreros locales que querían verse anunciados en el ruedo sevillano.
El poder de Manuel Cisneros en la Fiesta fue durante años casi total, y ni entonces ni después, en su retiro zaragozano, abandonó su universo de artista.

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