Carmen de Carlos el 12 ago, 2007 Anoche asistí a la fiesta de presentación de la revista ADN Cultura. Editada por el periódico La Nación, estará en la calle todos los sábados. Hay algo en esta publicación que la hace distinta a las que yo conozco. En el periódico han fundido en una sola redacción a la gente de la sección de Cultura y ahora están juntos tanto los periodistas que trabajaban para el diario y los suplementos como aquellos que lo hacían para sus versiones digitales. De este modo, 35 personas se ocuparán del trabajo en soportes tan distintos como los mencionados. En La Nación aún no están convencidos de que esta prueba piloto, como la llamó el director de ADN Cultura, Jorge Fernández Díez, vaya a resultar. Habrá que esperar para saber si el invento funciona. Esta idea de que es lo mismo un roto que un descosido o estar juntos que revueltos, es decir que da igual escribir para el papel que en la web, hacerlo a todas horas o a la semana, por poner algún ejemplo, a mí me genera muchas dudas. Tanto si se trata de cultura como de política, economía, espectáculos o cualquier otra cosa. Comentaba también Fernández Díaz, -autor del magnífico best seller Mamá-, que dadas las características del proyecto, se sentía en la obligación de abrir un blog. Le advertí que este mundo en el que quiere meterse es una tentación y un coladero para algún que otro sicópata o frustrado que prefiere descargar su ira en este medio antes de pagar al psicoanalista de turno. Me miró sorprendido y dijo algo así: lo que me preocupa es que al ser tan personal empiezas contando un poco de tu vida, luego hablas de la familia, de tus hijos y al final, cuando te quieres dar cuenta, estás desnudo. En mi caso, no creo que la cosa sea para tanto. Ese grado de entrega a mi no me caracteriza para nada y, todo hay que decirlo, tampoco me compensaría. Además, creo que los que se desgastan los dedos vomitando a través de las teclas del ordenador, son gente sin rostro que juega con la ventaja del anonimato, o sea, de ser nadie. Los que critican con conocimiento, suelen poner la cara y, hay que reconocerlo, casi siempre aciertan. De todas formas, el éxito de tanto blog que anda suelto me lleva a pensar si, como cuenta Andrés Ortega en su último libro, La fuerza de los pocos (voy por la página 40) lo que pasa en Estados Unidos no está empezando a suceder también en España y Argentina. Según un estudio que cita Ortega por cierto, gracias al que me mandó el libro gratis-, una cuarta parte de los americanos, el doble que dos décadas atrás, dicen hoy no tener a nadie con quien hablar de cuestiones personales. Quizás esa sea una de las razones que explique la abundancia de tanto comentarista desquiciado en estos espacios que, de forma tan cursi, muchos llaman bitácoras. P.S.1 La fiesta de ADN Cultura se celebró en el maravilloso Hotel Alvear. Tuve suerte y entré en la primera tanda. Entre las cerca de dos mil personas que había, incluido Fito Paez al piano, estaba Rafael. No me tropecé con él pero me han dicho y hoy lo he visto en la foto que publica La Nación que mantiene divinamente la verticalidad y el equilibrio. Me alegro. P.S.2 Por cierto, perdón a los gallegos por la torpeza en la explicación del anterior comentario pero a buen entendedor pocas palabras bastan. Política Tags alvearandresblogsdiezfernandezhoteljorgenaciónortega Comentarios Carmen de Carlos el 12 ago, 2007