Carmen de Carlos el 08 sep, 2016 En Argentina hay cinco millones y medio de niños y adolescentes pobres (40,4 por ciento). La noticia no es nueva ni vieja, es recurrente. Lo dramático del caso es que en la década pasada se dieron todas las condiciones para que un titular de este tipo no volviera a las portadas de los periódicos o a las Home de los infinitos portales de información. La Argentina es recurrente en muchas cosas. No tenía servicios públicos adecuados y cuando los tuvo, en la demonizada década de los 90, los terminó triturando. Despacio pero sin pausa lo hizo con la luz, el gas y los hidrocarburos (el caso de la telefonía es diferente pero parecido). Los gobiernos argentinos son capaces de hacer lo mejor y lo peor en tiempo récord. En una década se pusieron a la cabeza del desarrollo en la región y en la siguiente terminaron a la cola de las importaciones de materias primas o elementos de servicios básicos donde, por naturaleza, tienen de sobra. La pizza con champán de Carlos Menem, con todos sus sinsabores y perfume de corrupción en modo “cometa” (comisión), le dio a los argentinos lo que el “nac & pop” kirchnerista, con su desastrosa gestión, le quitó en doce años. Entre una etapa y otra se instaló la demagogia, la división social y el saqueo en formas inverosímiles. Difícil imaginar hasta entonces a un secretario de Estado lanzando millones de dólares por encima del muro de un monasterio y tener de cómplices a monjas con hábito que resultaron no serlo tanto. Eso, por no hablar del enriquecimiento impúdico de los gobernantes con la familia Kirchner en primera línea . En segunda, a Lázaro Báez, su presunto testaferro y empresario que pasó de ser recadero a bancario reconvertido en hombre de negocios, con cientos de miles de hectáreas e inversiones en sectores como el de hidrocarburos. Un hombre que sabe todo de petróleo me comentaba el otro día. En Vaca Muerta hay reservas, si se hace bien, para cuatrocientos años. Argentina y Estados Unidos, si se hace bien, van a dejar a la OPEP y compañía en pañales. Habría que preguntarle a Antonio Brufau por qué hizo lo que hizo y lo hizo mal. También a Miguel Galuccio si cree que se merecía cobrar 200.000 dólares al mes. El potencial de Argentina, ayer, hoy y siempre, es impresionante. Pero… si se hace bien. Política Comentarios Carmen de Carlos el 08 sep, 2016