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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

Costanera 700 o “el cevichito de la paz”

Carmen de Carlos el

Los ex presidente Alberto Fujimori y Abdalá Bucaram dieron por zanjado el conflicto bélico del alto Cenepa (guerra limítrofe no declarada en enero de 1995), con un “Cevichito de la paz”. La “comida de la concordia”, como la bautizó su creador, Humberto Sato, pasó a formar parte de la carta de Costanera 700, un clásico del malecón limeño que se trasladó hace unos años al centro de Miraflores, el barrio más chic de Lima.

“Al principio, el protocolo era muy estricto pero, con la comida, se les fue aflojando la lengua”. Sato, apurando un cigarrillo en el comedor, recuerda los detalles de un acontecimiento histórico que puso en pie de guerra a los dos países vecinos. La ocasión merecía un escenario especial. Regó los alimentos con un vino “etiquetado con la cara de los dos presidentes y servimos catorce platos. Si tomabas una cucharada de cada uno –sonríe- era difícil llegar al postre”. Sin embargo, “el chino”, como se conoce en Perú a Fujimori, y “El loco”, apelativo adjudicado a sí mismo por el ecuatoriano, hicieron lo imposible para probar los dulces.

La anécdota ilustra la importancia de este restaurante – trabajan 45 personas-donde, a veces, se echa de menos el viejo local de San Miguel. La comida Nikkey, fusión proporcionada de la japonesa y peruana, de Costanera 700, fue de las primeras en alzar la voz dentro del universo culinario de Perú“Material peruano con sabor japonés” es la frase que utiliza Sato para resumir su estilo, resultado de estar “42 años metido en la cocina”. Todos los presidentes de Perú de los últimos treinta años han probado sus platos y, en el caso de Fujimori, hasta le sirvió el banquete de bodas del enlace con su ex esposa, Susana Higuchi.

Su especialidad son los mariscos y el pescado. A todos les saca el jugo menos “al percebe, abundante y barato en estas costas del Pacífico pero al no haber continuidad no se ha sabido aprovechar”, reconoce. Juan Mari Arzac cocinó con él y alabó su carta. Hoy, ofrece “albóndigas de langostinos en salsa de leche condensada y reducción de jugo naranja pero de plato de fondo sugiere –y acierta- un pejesapo” que viene a ser la versión reducida del rape. Mientras cuenta su historia, en ocasiones más interesante que el menú, su nieto, Yaquir Sato, se mueve en la cocina y aprovecha su ingenio en el laboratorio de uso exclusivo. El muchacho recoge la herencia de un joven abuelo, de 70 años, que escapó de la segunda guerra mundial y hoy, sin esfuerzo, recuerda el plato favorito del reo más famoso de Perú, “para Fujimori no había nada mejor que la chita con piel (un tipo de pescado) y salsa de soja” .

 

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