Los nacionalistas y la izquierda dominan de tal manera nuestro debate que cuando plantean, o se plantea, una reforma de la Constitución, se da por hecho que irá a favor de una mayor descentralización y más concesiones a los nacionalistas.
¿Por qué? ¿Y por qué no una reforma de la Constitución que fortalezca la unidad de España y atienda a quienes exijan más poder para las instituciones centrales? ¿Por qué estamos dando por supuesta la sola posibilidad de una reforma constitucional del agrado de los nacionalistas y de la izquierda, muy especialmente de la extrema izquierda?
Hay dos razones de peso para que esa reforma vaya en el otro sentido, hacia el fortalecimiento del Estado central y de la unidad. La primera, la opinión pública. Una y otra vez, las encuestas ratifican lo que el último Barómetro de noviembre del CIS, http://datos.cis.es/pdf/Es3195mar_A.pdf: que la mayoría, un 38,3%, quiere mantener el Estado Autónomico como está, pero, entre quienes quieren una reforma, aquellos que desean o bien un Estado centralizado o bien un Estado con menos poder para las autonomías suman un 26,4% frente al 23,2% de quienes optan por el derecho a la independencia o más poder para las CC.AA.
Y hay una segunda razón, la mayor descentralización de las democracias del mundo no ha resuelto el problema nacionalista. Todo lo contrario, acabamos de asistir a una crisis de enorme gravedad; quizá la respuesta no deba ser la misma que se ha dado en los últimos cuarenta años
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