Reproduzco hoy el titular de la rompedora Tercera del músico Andrés Calamaro en este periódico, “La izquierda de los papanatas”. Rompedora porque esta demoledora crítica de la extrema izquierda y de algunas actitudes de la izquierda moderada viene de un artista, y, además, de un artista que hasta no hace mucho tiempo se reivindicaba progresista.
Viene de ese sector que jamás levanta un dedo contra la extrema izquierda, todo lo contrario, y que defiende y alienta la intolerancia hacia la derecha. O que, en el mejor de los casos, calla. Pero deja hacer con su silencio a quienes apoyan la exclusión de la derecha y los abusos de los ultras de la izquierda.
No sé si el hartazgo de Calamaro tiene que ver sobre todo con la persecución que él mismo ha sufrido por su defensa de la tauromaquia, nuevamente hace unos días con un magnífico artículo en El País (“Sinfonía agridulce”). Imagino que en buena medida porque la ignorancia represiva y violenta del movimiento antitaurino es muy representativa de esta extrema izquierda que hasta podría gobernar España.
El resultado es un valiente y brillante alegado contra los extremistas :
“No soy optimista con la izquierda de los papanatas, los resentidos, los antisistema, los antisemitas, los animalistas y los marginales culturales. No soy optimista con la izquierda de los narcisistas, charlatanes, inquisidores, puritanos y moralistas”
Contra la normalidad con la que se excluye a los ganadores de las elecciones:
“No entiendo un sistema donde se considera normal que aquellos que recibieron más votos, sea para sostenerse o para corregirse, no tengan opciones porque deciden los pactos y no las gentes”
Contra la actitud de algunos medios de comunicación:
“Hay una minoría que tiene beneficios hinchados por campañas sostenidas en cadenas de televisión cautivas o cautivadas por el negocio redondo”
Y contra el silencio de los artistas:
“Aturde el silencio de los músicos más que un ciento de amplificadores a volumen once. Abochorna la blanda reacción de los actores de la cultura…”
La valentía de Calamaro es por el momento una excepción. O, quizá, ojalá, un comienzo en la ruptura del silencio de la izquierda ante sus ultras y sus populistas.
Sin categoría
