
Los hay que piensan que la pitada al himno nacional y a los Reyes es libertad de expresión y que no hay que hacer absolutamente nada. Y estamos los que pensamos que eso tiene que ver con la libertad de expresión lo mismo que los insultos racistas a un jugador negro. O sea, nada. Y que hay que tomar medidas. Ya.
He leído y escuchado varias sugerencias entre los internautas y en un debate de Punto Radio en el que participé ayer. La primera, muy apoyada, que se siga la propuesta de Sarkozy, la que se le ocurrió cuando miles de jóvenes magrebíes pitaron La Marsellesa en un Francia-Túnez hace unos meses. Que se suspendan los partidos en caso de pitada.
Otros han defendido que el Rey debería abandonar el campo en una situación así. O que el campeonato dejara de llamarse Copa del Rey. Otros, que el Barcelona y el Athletic jueguen únicamente en sus propias ligas regionales.
Sin descartar nada de todo lo anterior, creo que lo más eficaz, por el momento, es que la Federación Española de Fútbol piense en severas sanciones contra los clubes cuyas aficiones protagonizan estos hechos. Al fin y al cabo, si los clubes quisieran, los ultras no tendrían ningún protagonismo entre sus aficiones. El nacionalismo radical ha penetrado en el Barcelona y en el Athletic porque los responsables de esos clubes lo han permitido. Y mientras algo de todo eso se hace, que hable de una vez el responsable máximo de Deportes en España, o sea, Zapatero. Aún no ha abierto la boca.
Ultras