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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

Valladolid: todo un mundo por descubrir

Valladolid: todo un mundo por descubrir
Francisco López-Seivane el

Asentada en la meseta castellana, lejos de cualquier mar, y únicamente regada por las aguas del Pisuerga y del modesto Esgueva, Valladolid ha sido una ciudad clave en la historia de España y capital del mayor imperio que conocieron los siglos. Cuna de reyes, frontera entre las tierras cristianas y moriscas, cruce de caminos, baluarte de la cristiandad, sede de la Inquisición y lugar de convivencia entre moros, judíos y cristianos, esta discreta ciudad mesetaria  ya contaba en el siglo XVI con más de 300 palacios, 38 conventos, innumerables iglesias y algunas mancebías. Una de ellas, La Mancebía, a la que hace alusión Cervantes en sus escritos, aún tiene su puerta abierta próxima a Recoletos. Es la misma que menciona en ‘El casamiento engañoso’, en la primera escena del libro, cuando dos amigos se encuentran y uno confiesa al otro que viene del hospital, donde ha estado dos meses a causa de un ‘matrimonio engañoso’ en La Mancebía. Es de suponer que el manco de Lepanto, que vivió tres años en esta ciudad, donde vio la luz la primera edición de El Quijote, tuviera oportunidades sobradas de conocer La Mancebía, por fuera y por dentro. Aquí vivieron en su época Quevedo y Góngora y se encontraron, no sabría decir si por azar o con propósito, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, cuando aún no eran santos. Y también pasó por allí Fray Luis de León, aunque éste con peor pronóstico, ya que fue traído a declarar ante el Santo Oficio por sus ‘herejías’.

Esta es la Iglesia de Santa María de la Antigua, construida por el conde Ansúrez en el siglo XI/ Foto: F. López-Seivane
La iglesia de San Benito es otro templo singular, de los muchos que adornan la ciudad/ Foto: F. López-Seivane

En Valladolid se casaron, en secreto, Isabel y Fernando, nació Felipe II en un palacio, el de Pimentel, fue coronado Carlos I en una iglesia, la de San Pablo, y murió Colón en un convento, el de San Francisco, extramuros de la ciudad amurallada que había levantado el conde Ansúrez, caballero del rey Alfonso VI, en el siglo XI. Por allí pasa un ramal del Camino de Santiago, como acredita la iglesia del mismo nombre que se levanta en la famosa calle homónima que lleva del Paseo de Zorrilla a la Plaza Mayor.

Palacio de Pimentel, donde nació Felipe II/ Foto: F. López-Seivane

Tras el gran incendio que arrasó la ciudad en 1571, Felipe II se comprometió a reconstruirla, dotándola de la primera Plaza Mayor regular de España, que sirvió de modelo después a otras más conocidas, como las de Madrid o Salamanca. Esa magnífica plaza es aún el epicentro de la ciudad y destino obligado de todos los visitantes. A su alrededor se extienden las calles más antiguas y ambientadas de la ciudad, llenas de tiendas y restaurantes. Es un auténtico placer pasear por esas callejuelas e ir descubriendo iglesias y rincones que nadie podría imaginar. Sólo la fachada de la iglesia de San Pablo, rodeada de palacios, es ya un festín para los sentidos, pero hay muchas otras y muy dispares.

La espléndida Plaza Mayor de Valladolid y la fachada del Ayuntamiento/ Foto: F. López-Seivane
Las calles del centro de Valladolid son elegantes, limpias y muy cuidadas/ Foto: F. López-Seivane

A pesar de ser una ciudad de secano, en Valladolid se pergeñó la empresa que llevaría a Colón a descubrir América. Muy cerca, en Tordesillas, se firmó, con anuencia papal, el tratado que repartía el mundo en dos mitades, la oriental para Portugal y la Occidental para España. Y aquí tuvo lugar, en 1550, la célebre Controversia de Valladolid, celebrada en el Colegio de San Gregorio, que enfrentó dos formas antagónicas de concebir la conquista de América, representadas por Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. Aquel debate se considera hoy pionero y supuso una vital aportación al posterior establecimiento de los Derechos humanos. Aquí también firmó otro navegante, Magallanes, las capitulaciones ante el rey Carlos I, antes de iniciar su ruta de poniente hacia las Indias, que culminaría tres años más tarde Juan Sebastián Elcano completando la primera vuelta al mundo. Por no hablar de las andanzas del pequeño Jeromín, futuro vencedor de Lepanto y ‘Salvador de Europa’, que ya he descrito en otro artículo anterior.

Tordesillas, vigía de la meseta, se arracima en un otero, defendida por el Duero y su antigua muralla/ Foto: F. López-Seivane

Si bien la historia rezuma en cada piedra y monumento de Valladolid, la ciudad actual es una comodísima y moderna urbe, en la que destacan los caldos y los manjares. Tantos años agasajando a reyes y emperadores han cuajado en una gastronomía de primerísimo nivel, por no hablar de los magníficos vinos de la Ribera. Antiguamente había muchas leguas separando esta ciudad de la nueva capital del imperio, Madrid, pero hoy día en menos de hora y media en el Ave se planta uno en la estación del Campo Grande, en pleno centro de la capital pucelana. Nunca fue tan fácil pasar un fin de semana inolvidable recorriendo la historia, los monumentos el arte y la gastronomía de esta ciudad que, un día, fue trascendental para el descubrimiento del Nuevo Mundo y ahora ofrece todo un mundo por descubrir.

Acogedora Galería comercial, siempre animada de un público variopinto/ Foto: F. López-Seivane

Quisiera terminar esta pincelada sobre Valladolid con un texto encontrado en un grabado del siglo XVI, que describe (en latín) la ciudad así: “Vallisoletum, por otro nombre Pincia, comúnmente conocida como Valladolid, ciudad la más noble de toda España, es asentamiento de Príncipes, Reyes, Próceres, Ilustres varones y, por tanto, está adornada sobre las restantes ciudades de España de magníficos edificios ricamente construidos tanto para uso de nobles cuanto para el culto divino. Y por la frecuencia de artistas y mercaderes y por la riqueza del suelo, y además por el corriente Pisuerga, percibe utilidades no despreciables.”

Recomendaciones prácticas:

Para alojarse, recomiendo el Hotel Gareus, un pequeño hotel boutique recién inaugurado, con excelentes habitaciones y una situación privilegiada, en pleno centro, que permite recorrer la ciudad a pie.

Quien desee una guía preparadísima y con profundo conocimiento de la historia de la ciudad, puede contactar con Mara Castaño.

Buenos restaurantes sobran en Valladolid. Uno de los más destacados y reconocidos es La Criolla, muy cerca de la Plaza Mayor.

Para dimes y dieretes: seivane@seivane.net

Las imágenes que ilustran este reportaje han sido tomadas con una cámara Fujifilm serie X T10

Puedes seguir aquí mis ‘Crónicas de un nómada’ en Radio 5 (RNE)

 

 

 

 

 

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