Hay personas que sufren dolor continuamente debido a patologías de muchas clases, como reumáticas, traumatológicas o nerviosas. Padecen molestias de un modo permanente y, en muchos casos, consiguen paliar su dolor lo suficiente con los analgésicos más potentes. Para esta clase de pacientes, la colocación de un implante neuromodulador consigue mejorar su vida de una forma importante.
Cuando, por descuido, nos golpeamos la cabeza, la reacción habitual es rascarnos la zona. Este reflejo nos ayuda a superar la percepción del dolor de una forma sencilla: sustituimos la sensación dolorosa que va desde la zona golpeada al cerebro por otra que generan nuestros dedos al rascar. La unión de estas dos señales hace que el dolor experimentado sea algo menor.
Este mismo principio es el que rige los neuromoduladores del dolor. Son implantes que pueden rebajar el dolor en aquellas personas en las que los tratamientos farmacológicos o la administración local de analgésicos no logra paliar lo suficiente sus molestias.
Hormigueo
Estos implantes consisten en unos electrodos que se colocan en la columna vertebral junto a la médula espinal. Los electrodos van unidos a una pequeña pila que emite una señal eléctrica que enmascara la sensación dolorosa. Grosso modo consiste en provocar una sensación de hormigueo para distraer al cerebro de la sensación dolorosa.
Al paciente se le implanta en la columna un electrodo conectado a una pila que manda impulsos eléctricos capaces de enmascarar la sensación dolorosa al sustituirla por otra de hormigueo. El paciente puede controlar esta sensación para que sea más o menos agradable con un mando externo que dirige la emisión de pulsos de la pila.
La colocación de un implante neuromodulador se recomienda en pacientes con dolor neuropático, reintervenidos varias veces de columna y en pacientes con dolor de tipo vascular. La intervención se practica en quirófano por motivos de asepsia, aunque, si todo va bien, puede requerir una estancia hospitalaria de apenas un día.
Una vez implantados el electrodo y la pila, al paciente se le explica su funcionamiento y se le deja entre una semana y quince días para que experimente el alivio del dolor. Una vez habituado al sistema, el paciente solo debe someterse a revisiones periódicas durante un año.
Las personas con dolor crónico, que puede ser muy incapacitante, consiguen un alivio que les proporciona una mejora radical en su calidad de vida. En muchos casos sufrían dolor las 24 horas del día, los 365 días del año, que afectaba en todos los órdenes, personales y laborales. Al implante solo le pedimos que consiga un 50% de alivio, porcentaje suficiente para mejorar radicalmente la calidad del vida del enfermo.