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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Descubren cómo las drogas logran “piratear” el cerebro

Descubren cómo las drogas logran “piratear” el cerebro
Pilar Quijada el

Según los expertos, las drogas “secuestran” el sistema de recompensa del cerebro y convierten la siguiente dosis en el objetivo más anhelado, que con frecuencia se antepone a cualquier otra obligación, por importante que sea. Además, cualquier persona, objeto o detalle o relacionados con el lugar de venta o con el consumo de la sustancia desata un deseo irrefrenable de volver a experimentar esa sensación.  Se han propuesto diversas hipótesis para explicar esos cambios de comportamiento que hacen fácil la recaída y tan difícil la recuperación, aunque ninguno concluyente. Ahora un equipo de investigadores de California, en el que participa el español  Francisco Javier Muñoz-Cuevas ha logrado ver lo que ocurre en el cerebro poco tiempo después de la primera dosis.

Y es que, dos horas son suficientes para que la cocaína altere de forma permanente el funcionamiento del cerebro, modificando las estructuras en las que tiene lugar la memoria y el aprendizaje: las espinas dendríticas, unas diminutas protuberancias dispuestas a lo largo de las ramificaciones de las neuronas. Y esta modificación tiene el potencial de desviar la atención hacía la búsqueda compulsiva de la siguiente dosis de droga, como ocurre en la adicción, según publica el último número de la revista “Nature Neuroscience”.

Es lo que ocurre al menos en roedores. Un equipo de investigadores de la Universidad de California y la Clínica Ernest Gallo ha observado directamente las células nerviosas en el cerebro de ratones vivos antes y después de administrarles por primera vez una dosis de cocaína, utilizando una técnica denominada microscopía  de dos fotones. Y lo que vieron fue que bajo el efecto de la droga, en tan solo dos horas los roedores experimentaron un rápido y robusto crecimiento en las espinas dendríticas de la corteza prefrontal del cerebro, encargada de controlar funciones relacionadas con la toma de decisiones, el razonamiento y la disciplina para llevar a cabo comportamientos adecuados. Por el contrario, en el grupo control, al que se había administrado únicamente una solución salina no se produjo tan incremento. Además, al día siguiente, estas nuevas espinas inducidas por la cocaína habían formado una red de conexiones casi cuatro veces más densa a la observada en los ratones que no recibieron cocaína.

 

Descubiertas por primera vez en 1888 por Santiago Ramón y Cajal, las espinas dendríticas forman los nodos (o sinapsis) de las redes neuronales y tienen un papel fundamental en la transmisión de información, la memoria y el aprendizaje, como ya intuyó hace más de un siglo nuestro Nobel. Según este experimento la cocaína modifica “el cableado” de los circuitos de la corteza prefrontal, encargada de dirigir al resto del cerebro, y con ello logra que el comportamiento se focalice fundamentalmente en aquellos estímulos relacionados con la obtención de droga, dejando de lado otros más habituales que pueden ser incluso esenciales para la supervivencia.

Toma de decisiones alterada

Los consumidores de drogas muestran una disminución de la actividad de la corteza frontal en relación con las tareas cotidianas pero experimentan un incremento en respuesta a cualquier información o estímulo relacionado con la droga. De hallazgo explicaría cómo el cerebro de los consumidores de sustancias de abuso logra hacerlo”, aclara Linda Wilbrecht, que ha liderado la investigación. “En el cerebro hay un determinado nivel de creación de nuevas espinas en respuesta o previsión de los aprendizajes que llevamos a cabo en el día a día. Al fomentar este crecimiento desmesurado, la cocaína induce un ‘sobreaprendizaje’ de todo lo relacionado con esta droga”, continúa Wilbrecht.

Otro dato destacable es que el número y la robustez de las espinas dendríticas correlaciona muy bien, entre los ratones cocainónamos, con su grado de adicción, que se mide por la preferencia de los roedores a permanecer en el lugar donde se les administra la cocaína.

Esta interesante y esclarecedora investigación ha sido posible, resalta Wilbrecht, gracias a la microscopía de dos fotones, desarrollada en 2002: “Crecí con las imágenes de una famosa campaña publicitaria que mostraba una sartén en la que se freían dos huevos, con el mensaje ‘este es tu cerebro con drogas’. Gracias a esta nueva técnica ahora podemos decir: ‘estas son tus neuronas bajo el efecto de las drogas’.

Las piezas encajan

Aunque el artículo lo no explica, este “sobreaprendizaje” probablemente esté favorecido por la dopamina. Este neurotransmisor está relacionado con las experiencias placenteras y también tiene como misión señalar que cosas debemos aprender en el día a día. Cuando se consumen drogas, el cerebro queda inundado por la dopamina, que provoca una señal placentera que confunde al cerebro porque indica que la recompensa obtenida es siempre mejor que la que se había previsto, incluso cuando el efecto subjetivo después de la administración la dosis sea menor que la expectación creada por los estímulos relacionados. Además la cantidad de dopamina liberada es mucho mayor que la que produce cualquier otro estímulo placentero.

De esta forma, la liberación del neurotransmisor dopamina inducida por la cocaína produciría un sobreaprendizaje patológico de los estímulos y experiencias relacionados con la droga, independientemente del placer real experimentado. Según esta hipótesis, las drogas se apropian de los mecanismos normales de aprendizaje para moldear el comportamiento, algo que encaja con lo que han visto los investigadores de California. Y lo hacen modificando en tiempo real las estructuras implicadas en el aprendizaje.

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