Un test sanguíneo basado en diez biomarcadores detecta con más de un 90 por ciento de precisión si una persona sana desarrollará o no deterioro cognitivo ligero o alzhéimer en los próximos dos o tres años. Las predicciones del test se basan en diez fosfolípidos, moléculas grasas que son constituyentes fundamentales de las membranas celulares y de la vaina de mielina, que recubre los nervios y facilita la transmisión de los impulsos nerviosos. Los fosfolípidos habían sido propuestos como blanco de la proteína amiloide, característica de la enfermedad de Alzheimer, para provocar el deterioro de la membrana celular.
Las variaciones en el conjunto de los 10 fosfolípidos incluidos en este test sanguíneo pueden delatar el inicio de la degeneración de las células nerviosas, que tiene lugar en las etapas preclínicas de la enfermedad, cuando aún no hay síntomas visibles, según los autores. Y estaría reflejando la ruptura de las membranas celulares de las neuronas en los participantes que desarrollarán síntomas de deterioro cognitivo o enfermedad de Alzheimer. El hallazgo se publica en la revista “Nature Medicine” y podría estar listo para su comercialización en un par de años.
Los investigadores examinaron también si la presencia del gen APOE4, un factor de riesgo conocido para el desarrollo de alzhéimer, contribuía a una clasificación más precisa de los grupos, pero se comprobó que no era un factor predictivo significativo en este estudio.
“Este nuevo test sanguíneo tiene el potencial de identificar a las personas en riesgo de sufrir un deterioro cognitivo progresivo y puede cambiar la forma en que se maneja y trata en la actualidad esta patología neurodegenerativa”, destaca Howard J. Federoff, profesor del Centro de Médico de la Universidad de Georgetown y uno de los coautores del trabajo.
Utilidad terapéutica
El fracaso en el desarrollo de fármacos para frenar la progresión de la enfermedad de Alzheimer se atribuye, en parte, a que se han probado con personas en fase muy avanzada . Y cuando los síntomas afloran, señalan los expertos, el daño producido en el cerebro es muy difícil de revertir, ya que hay una importante pérdida de memoria y daño funcional instaurado.
“El estado preclínico de la enfermedad ofrece una ventana de intervención que podría modificar el curso de la enfermedad. Biomarcadores como los utilizados en nuestro test sanguíneo definen ese periodo asintomático y son críticos para el desarrollo, verificación y aplicación de nuevas terapias”, resalta Federoff.
Otros marcadores propuestos para esta patología, como los niveles de las proteínas amiloide y tau medidos en el líquido cefalorraquídeo, o pruebas para su posible detección mediante resonancia magnética funcional o estructural tienen un uso limitado, bien porque son invasivas (como la punción lumbar) o porque son caras.
El nuevo test sanguíneo, de fácil aplicación, mostraba un acusado descenso de fosfatidilinositol en las personas que después desarrollaron un deterioro de la memoria. Acorde con esta reciente observación, estudios previos han mostrado, en las personas con alzhéimer, una disminución de este fosfolípido en el hipocampo, una estructura que juega un papel fundamental en la memoria.
Por el contrario, se observó un incremento marcado de otro fosfolípido, el ácido glicoursodeoxicólico, que, según trabajos previos, podría relacionarse con la puesta en marcha de mecanismos defensivos frente al daño neuronal.
El estudio
El estudio que ha permitido detectar estas diez moléculas incluyó a 525 participantes sanos de 70 años o más a los que se tomaron muestras de sangre al inscribirse y en otros momentos durante la investigación. En los cinco años que ha durado el estudio, 74 participantes cumplieron los criterios de enfermedad de Alzheimer leve (EA) o bien de deterioro deterioro cognitivo leve amnésico(DCLa), en el que la pérdida de memoria es importante.
De estos, 46 fueron diagnosticados en el momento de inscribirse y 28 desarrollaron los síntomas durante el estudio. A estos últimos se les denominó convertidores. En el tercer año del estudio, los investigadores seleccionaron a 53 participantes que desarrollaron DCLa o EA (incluyendo 18 convertidores) y 53 controles cognitivamente normales para la fase de detección de biomarcadores.
En total había diez lípidos que variaban significativamente y que parecen revelar la ruptura de las membranas celulares de las neuronas en los participantes que desarrollan posteriormente síntomas de deterioro cognitivo o EA. Estas diez moléculas fueron validadas posteriormente utilizando los 21 participantes con DCLa y AD restantes (incluidos los 10 convertidores), y 20 controles. Se analizaron los datos a ciegas para determinar si los sujetos podían ser caracterizados en las categorías diagnósticas correctas basándose únicamente en los 10 lípidos identificados en la fase previa. Y encontraron que esas diez moléculas seleccionadas eran capaces de distinguir con un 90% de precisión quienes permanecerían sanos y quienes sufrirían enfermedad de alzhéimer o deterioro cognitivo en un periodo de tres años.
El alzhéimer es una patología neurodegenerativa devastadora para la que hasta la fecha no existe cura. Cada año se detectan 4,6 millones de nuevos casos en el mundo. En España afecta a 1,2 millones de personas. Según un estudio que acaba de publicar la revista “Neurology”, está patología va camino de equipararse al cáncer y las enfermedades cardíacas en número de muertes en Estados Unidos.
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