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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Psicología: El cristal con que se mira

Los prejuicios actúan como filtros mentales que provocan situaciones injustas

Psicología: El cristal con que se mira
Pilar Quijada el

Dicen los psicólogos que la forma en que percibimos la realidad está determinada por la educación que hemos recibido, las experiencias pasadas y los prejuicios adquiridos. En especial, los prejuicios actúan como filtros a través de los que nos llega una imagen distorsionada de la realidad.

Son creencias erróneas que hemos formado a partir de generalizaciones que no nos hemos parado a comprobar, simplemente las aceptamos sin cuestionarlas y actuamos en consecuencia con ellas. Son un buen caldo de cultivo para la discriminación de cualquier tipo racial, religiosa o sexual. Y llevados al extremo, pueden hacernos caer en él fanatismo.

Casi todos tenemos algún prejuicio, aunque no lo admitamos abiertamente. Por eso se habla de “prejuicios sutiles”,  que son aquellos que expresamos en situaciones determinadas, por ejemplo, cuando nos sentimos protegidos por un grupo de personas que piensa igual.

Otro ejemplo cotidiano, es el reparto de tareas según el sexo. Quizá alguno de vosotros al llegar a casa no echa una mano porque en el fondo piensa que eso es cosa de mujeres aunque no lo admita abiertamente. Quizás la excusa para escaquearse sea tener que hacer muy algo importante que no puede esperar.

Ante estos sesgos, es esencial que el cristal con qué miramos, sea lo más transparente posible. Y eso se consigue cuestionando esas etiquetas mentales que son los prejuicios.


Prejuicio (RAE):  Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.

Etimológicamente, la palabra “prejuicio” viene del latín praeiudicium y significa “juicio previo, decisión prematura”

 

 

La historia del martillo

El siguiente relato del psicólogo estadounidense Paul Watzlawick muestra, en clave de humor, cómo nuestro peculiar y precipitado punto de vista puede influir en las relaciones con los demás:

“Un hombre quiere colgar un cuadro, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno y decide pedírselo, pero le asalta una duda: ¿y si no quiere dejármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizá tenía prisa, pero quizás la prisa no era más que un pretexto y el hombre abrigaba algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada. Algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede negarse uno a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y todavía se imagina que dependo de él solo porque tiene un martillo. ¡Esto ya es el colmo! 

Sale a toda prisa a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y antes de que el vecino tenga tiempo de darle los buenos días, nuestro hombre le grita furioso: ¡Quédese usted con su martillo, zopenco!

“El arte de amargarse la vida”. Editorial Herder.

Curiosidades

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