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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Barrio Sésamo ayuda a entender el cerebro

Pilar Quijada el

Arriba, abajo, cerca, lejos… Quien no recuerda las divertidas lecciones de Coco, uno de los personajes de Barrio Sésamo. El cardiólogo Valentín Fuster recurrió también a ellos para enseñar a los niños cómo debían alimentarse de forma saludable (“Monstruos supersanos”) y se convirtió en uno más de los personajes de ese barrio infantil. Ahora, investigadores de la Universidad de Rochester han utilizado esta serie para observar cómo se comporta y evoluciona el cerebro de los más pequeños cuando hacen algo tan habitual como ver un programa educativo en tele. Y la forma en que reaccionan a sus contenidos puede predecir cómo responderán ante un test numérico.

En la vida real los niños aprenden nueva información en clase, interactuando con su familia y amigos o simplemente viendo vídeos o programas de televisión, señala Jessica Cantlon, autora de artículo publicado en Plos Biology, que asegura que la actividad neural de los niños mientras ven un programa de Barrio sésamo predice su habilidad en tareas matemáticas y verbales. De esta forma tratan de convencer a la comunidad científica para que estudie los procesos neurales no sólo en el laboratorio, con tareas muy estructuradas y gran control de los estímulos, sino también en el ambiente natural en el que nos movemos.

Según explica el equipo de Cantlon, el grado en que los niños mostraron respuestas cerebrales semejantes a las de los adultos se correlacionaba con su nivel de conocimientos matemático y verbal. O, en otras palabras, a partir de cómo responde su cerebro observado por RMf a las imágenes de Barrio Sésamo se puede predecir cómo lo harán en un test numérico o verbal. Y, seguramente se pondrán menos nerviosos.

Para llegar a esta conclusión, realizaron pruebas de resonancia magnética funcional a 27 niños de 4 a 11 años y a 20 jóvenes de 19 a 25 años mientras veían el mismo episodio de 20 minutos de la serie infantil. También los sometieron a una RMf convencional mientras realizaban test estandarizados. Usando algoritmos estadísticos, los investigadores crearon mapas neuronales de los procesos de pensamiento de los niños y de los adultos y se compararon los grupos. 

Cuando los niños veían escenas que incluían números o cálculos matemáticos se activaba el surco intraparietal (SIP), una zona del cerebro relacionada con el procesamiento de cantidades, igual que ocurre cuando son sometidos a tareas numéricas. Otras investigaciones han demostrado que los niños con discalculia tienen menor cantidad de materia gris en esta zona. Lo mismo ocurría en el área de Broca, pero esta vez con contenidos relacionados con su conocimiento verbal.

En trabajos previos, el grupo de Cantlon, había observado que la activación del surco intraparietal tanto en adultos como en niños indica que esta parte del cerebro asegura un vínculo entre la cognición simbólica (abstracta) del adulto y la cognición no simbólica (concreta) del niño. Este surco se activa fuertemente cuando los adultos hacen cálculos aritméticos con la ayuda de dígitos. “Más importante aún -dicen-, nuestros resultados muestran que el SIP es activado tempranamente por los tratamientos no simbólicos dentro del desarrollo, antes de que comience la escuela formal”.

Los trabajos previos del grupo mostraban que desde el punto de vista evolutivo, “la habilidad de comprender los valores numéricos expresados en formatos no verbales es una etapa preliminar importante de las habilidades numéricas simbólicas en la edad adulta”.

Los investigadores destacan que estos resultados obtenidos mientras los niños veían una serie televisiva, que correlacionan con los que previamente se conocían a través de pruebas estandarizadas verbales y numéricas de laboratorio, validan el uso de estímulos más naturales, como los que ocurren en el mundo real, para estudiar el desarrollo cerebral. “Esta aproximación puede enriquecer nuestros conocimientos sobre la forma en que los niños procesan la información en el mundo”, señalan.

El cardiólogo Valentín Fuster recurrió a ellos para enseñar a los niños cómo debían alimentarse de forma saludable (“Monstruos supersanos”) y se convirtió en uno más de los personajes
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