(La Cumbre de la OTAN de 1990. La Guerra Fría había terminado y nos esperaba un futuro de vino y rosas
La OTAN se creó en 1949 para proporcionar seguridad colectiva a Europa Occidental y Canadá frente a la amenaza soviética y del Pacto de Varsovia. Dos funciones muy importantes que la OTAN cumplió en aquellos años fueron reforzar las capacidades militares de los Estados de Europa Occidental, que apenas estaban recuperándose de la II Guerra Mundial, y crear un marco para la cooperación militar con EEUU. Esto segundo es más importante de lo que parece. Para EEUU no hubiese sido lo mismo tratar los temas de seguridad y defensa de manera bilateral con cada aliado,- algo que sí hace en Asia-Pacífico y que le cuesta algunos dolores de cabeza-, que hacerlo con todos en conjunto de una manera institucionalizada.
Durante sus cuarenta primeros años de vida, la OTAN no necesitó hacerse preguntas existenciales. Su razón de ser estaba muy clara, como también lo estaba su marco geográfico de actuación: “Europa y Norteamérica” (art. 5 del Tratado del Atlántico Norte). La caída de la URSS y la disolución del Pacto de Varsovia representaron para la OTAN una crisis existencial. Se había quedado sin enemigo y ya se sabe que un buen enemigo es más confiable que un amigo, porque nunca te sorprende desfavorablemente. Todas las guarradas que te hace, las dabas por descontadas.
El fin de la Guerra Fría hizo que algunas voces abogasen por la disolución de la OTAN. Afirmaban que sus funciones podían ser asumidas por Naciones Unidas o por la recientemente creada OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa). Pero se trató de voces minoritarias. La opinión mayoritaria fue que la OTAN seguía siendo clave para la estabilidad y la seguridad en Europa.
La Cumbre de la OTAN que se celebró en Roma los días 7 y 8 de diciembre de 1991 aprobó un nuevo Concepto Estratégico, que señalaba que en contraste con lo que sucedía durante la Guerra Fría, donde la amenaza estaba clara, ahora la OTAN se enfrentaba a amenazas multidimensionales y multidireccionales. Más que agresiones calculadas por parte de actores estatales, lo que cabía esperar eran amenazas dimanantes de crisis económicas, sociales y políticas, incluyendo conflictos étnicos y territoriales. En el contexto posterior a la Guerra del Golfo, la OTAN prestó una atención renovada al Mediterráneo meridional y a Oriente Medio, con cuyos países se quería mantener “relaciones pacíficas y no confrontacionales”. En 1994 la OTAN estableció el Diálogo Mediterráneo con Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez; Argelia se uniría en 2000. En mi opinión, 1991 es el momento en el que, habiendo desaparecido la amenaza para la que la Organización fue creada, ésta comienza a buscar una razón de ser oteando amenazas nuevas y asomándose a escenarios geográficos que caían fuera de sus objetivos originales. Una frase que se decía por aquellos días era que la OTAN debería o salir de su área o salir del negocio (“NATO should either go out of area or out of business”).
Pronto la OTAN encontró una razón de ser más sólida: ayudar a los países de Europa central y oriental en su transición del comunismo a la democracia. El primer paso fue la creación del Partenariado para la Paz en 1994. El Partenariado pretendía crear un marco de colaboración para el mantenimiento de la paz y la estabilidad en Europa con los antiguos miembros del Pacto de Varsovia. En el lado positivo, suponía el reconocimiento por la OTAN de que no actuaría unilateralmente fuera de su ámbito. Pero, también tenía otra lectura complementaria con la anterior: era el primer paso para integrar a los países de Europa central y oriental en la Organización. Ha habido todo un debate sobre si EEUU se comprometió con Rusia a que la OTAN no se ampliaría hacia el Este, o si todo fue un malentendido. Dejémoslo en empate.
Resumiendo, el Concepto Estratégico de 1991 y el Partenariado por la Paz implicaban que la OTAN dejaba de centrarse en la protección de sus miembros ante una amenaza militar exterior y pasaba a adoptar unos objetivos más etéreos. En lo sucesivo la Alianza se vería como un vector para la promoción y defensa de unos valores comunes,- la democracia y la libertad-, y privilegiaría el diálogo, la cooperación, las medidas de confianza y la gestión de crisis.
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