
López Nadal también pasa revista a la estrategia indo-pacífico de uno de los dos grandes actores en la actualidad, China. China ve el concepto de Indo-pacífico como una construcción artificial para contener su crecimiento. La prioridad para el gobierno chino es la preservación del monopolio del poder por el PCCh y a este objetivo se supeditan todas las demás cuestiones. En la época de Mao el PCCh encontró su legitimidad en los principios revolucionarios. En la de Deng Xiaoping en el del desarrollo económico. En la era de Xi Jinping el gran sueño es el rejuvenecimiento de la nación china, que López Nadal considera que es la “invocación de un nacionalismo revanchista, expansionista y etnocéntrico.”
Xi Jinping ha dado prioridad al desarrollo y la modernización de la industria militar china. En esto no es una excepción; a medida que aumentan las tensiones geopolíticas, todo se securitiza. Por otro lado, el modelo económico seguido durante décadas “parece agotado y en riesgo de estancamiento”. Siendo esto cierto, yo creo que China está dando ya pasos para una reforma del modelo que descansará más en un desarrollo medioambiental y sostenible y en la innovación tecnológica.
Para responder a los desafíos, López Nadal estima que China intentará utilizar la arquitectura regional preexistente (por ejemplo la Organización de Cooperación de Shanghai or the BRICS+), probará a maximizar sus alianzas bilaterales en la región empezando por Rusia y utilizará todos los medios a su alcance para desestabilizar a EEUU y sus aliados en la región. Esto último tal vez ya no sea necesario con Trump en el poder.
Una cuestión importante en la competición en el Indo-pacífico es la búsqueda de aliados. El analista norteamericano Derek Grossman afirmó en 2020 que los aliados de China en la región eran pocos y poco fiables (Pakistán, Corea del Norte, Camboya y poco más). Consciente de ello, China ha tratado de profundizar las relaciones con esos pocos amigos y ha buscado nuevos aliados. Esta búsqueda ha sido especialmente intensa en Asia meridional, que solía ser el área de influencia de la India. En el Sudeste Asiático, China ha mejorado posiciones. Se ha convertido en un socio ineludible para la junta militar birmana y ha aumentado su influencia sobre Laos tras la construcción del tren de alta velocidad que enlaza Kunming con Vientián. Y por último, China ha realizado una ofensiva diplomática en el Pacífico Sur, cuyos Estados solían ser pro-occidentales. Ha firmado un importante pacto de seguridad con Islas Salomon. El recorte de los proyectos de USAID por parte de Trump, podría impulsar a una China con los bolsillos llenos a tratar de ocupar los espacios que EEUU deje vacíos.
La Perspectiva de ASEAN para el Indo-pacífico habla de hacer de éste un lugar de cooperación. Eso está muy bien, pero no podemos olvidar que en estos momentos es también un lugar de conflicto. En primer lugar tenemos el Mar del Sur de China, en el que China reivindica sobre la base de supuestos derechos históricos, que la Convención de NNUU sobre Derecho del Mar no reconoce, el espacio comprendido dentro de la línea de los nueve trazos, que le otorgaría soberanía sobre el 80% del Mar. El contencioso sobre Taiwán, que China considera una provincia renegada a la que desea reincorporar. Muchos expertos creen que si la rivalidad chino-norteamericana adquiere tintes bélicos, será a causa de Taiwán. Hay muchos analistas que temen que China quiera reincorporar Taiwán por la fuerza militar. En mi opinión, China sabe que una conquista militar de Taiwán sería extremadamente costosa y que el resultado sería incierto si EEUU decide intervenir. Por ello, creo que adoptará una aproximación más indirecta y psicológica, digna de Sun Tzu.
Capítulo aparte merece la rivalidad entre China y la India. Ambos países mantienen una confrontación en su frontera himaláyica. La India reivindica el territorio de Aksai Chin, controlado por China, y ésta reclama Arunachal Pradesh bajo soberanía india. En esta frontera se han producido con cierta regularidad choques armados entre ambas potencias, siendo el más reciente el ocurrido en 2020, en el que murieron 20 soldados indios y 5 chinos. Más allá de este conflicto, López Nadal advierte de que Delhi y Pekín están envueltos en un juego por la supremacía continental y marítima. El principal punto de contención continental es la alianza cada vez más estrecha entre China y Pakistán, el gran rival de la India. En el espacio marítimo la controversia viene por la estrategia del Collar de Perlas que Pekín lanzó en tiempos de Hu Jintao para tener alternativas al Estrecho de Malaca. La estrategia suponía combinar puntos de apoyo marinos con conexiones terrestres. Las dos principales conexiones eran el corredor económico que conecta la provincia china de Xinjiang con el puerto pakistaní de Gwadar y el que conecta el puerto birmano de Kyakpyu con la provincia china de Kunming.
India está respondiendo a esta rivalidad, saliendo de su zona de confort en Asia meridional, que era el espacio predilecto de su política exterior, y aspirando a convertirse en un actor de primera magnitud en el Indo-pacífico. La política Act East lanzada en 2014 busca ser más activa en Asia oriental y en el Sudeste Asiático, priorizando su alianza estratégica con Japón, reforzando sus vínculos con ASEAN y promoviendo el establecimiento de partenariados estratégicos con países como Australia, Corea del Sur, Vietnam o Indonesia. Sin embargo, dentro del difícil equilibrio que la India pretende mantener frente a China, se ha incorporado a instituciones promovidas por China como la Organización de Cooperación de Shanghai y los BRICS+, al tiempo que participa en el Quad junto a EEUU, Japón y Australia. En opinión de López Nadal esta estrategia de multialineamiento va a ir resultando cada vez más difícil.
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