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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

¿De verdad es la economía una ciencia? (1)

Emilio de Miguel Calabia el

Todas las Historias de la economía comienzan hablándonos de Adam Smith y su intuición magistral de que una mano invisible dirige las acciones de productores y compradores en el mercado en aras del bien común. Un corolario de lo anterior es que los mercados libres conducen los precios a su nivel natural… en condiciones de libre competencia y acceso igual a la información, condiciones que raramente se dan en nuestro mundo.

Los entusiastas de Adam Smith se olvidan de que la primera vez que habló de la mano invisible no fue para hablarnos del mercado, sino para introducir un antecedente de las desacreditadas “economías de goteo” (trickle down economics en inglés) que afirman que que los ricos se vuelvan más ricos nos beneficia a todos porque habrá más mendrugos que caerán de su mesa y los que no somos ricos tendremos algo más que comer.

Adam Smith hubiera podido pasar a la Historia como un filósofo moral (era como se veía a sí mismo ante todo) o como un cuentista al estilo de Lawrence Sterne. Quiso la suerte que acabara pasando a la Historia como el fundador de la economía. Y en esto tuvieron mucho que ver los economistas neoclásicos del XIX.

Los economistas neoclásicos estaban influidos por el modelo mecanicista de Newton que había imperado en la física y en la cosmología desde finales del siglo XVII. Allí donde Newton veía partículas que interactuaban, los economistas neoclásicos veían a individuos que se encontraban en el mercado para intercambiar bienes y servicios por dinero. Para que el sistema que idearon funcionase, requería de varios conceptos:

1) La utilidad, obsequio de Jeremy Bentham y otros utilitaristas, que permitía introducir la racionalidad y las ecuaciones matemáticas en la economía. Ejemplo: si una manzana me da una utilidad de placer y compro tres manzanas por las que pago el equivalente a dos unidades de displacer, el resultado final es que he ganado una utilidad;

2) La ley de la oferta y la demanda y el famoso gráfico en el que el precio demandado está en el eje de las ordenadas y la cantidad ofertada en el de las abscisas. A medida que el precio disminuye aumenta la cantidad demandada (curva de la demanda) y a medida que el precio sube, aumenta la cantidad ofertada (curva de la oferta). Existe un punto donde ambas curvas se entrecruzan que nos da el precio de equilibrio, el lugar en que el que demanda = oferta. Dentro de un molde de pensamiento newtoniano, esta Ley presentaba dos grandes ventajas: 1) Funcionaba como una suerte de ley universal de la economía, al estilo de la ley de la gravitación universal de Newton que era la piedra de base de todo su sistema; 2) Permitía introducir la idea de que la economía puede estar en equilibrio e incluso fijaba cuál era la dirección hacia la que se dirigía cuando no estaba en equilibrio (el punto de equilibrio).

3) La introducción de las matemáticas para expresar el funcionamiento de la economía, que fue una aportación de William Stanley Jevons. Jevons deseaba reemplazar las descripciones cualitativas de sus predecesores por ecuaciones matemáticas. Fue él el iniciador de la tendencia de la economía a simplificar la realidad y a tratar preferentemente con situaciones ideales que sólo existen en la cabeza del economista.

La combinación de los tres puntos anteriores permitió a la economía desde finales del siglo XIX presentarse como una ciencia, capaz de formular predicciones y no como la humanidad que realmente era, más próxima a la sociología que a su modelo físico.

Todo lo anterior lo he sacado de “Economyths. 10 11 Ways Economics Gets it Wrong” de David Orrell, que es un gran alegato en contra de la “ciencia” económica. En la introducción Orrell realiza tres juicios de valor demoledores contra la economía:

+ Es injusta. Si la economía va de optimización en la asignación de recursos, ¿cómo puede ser que un gestor de un hedge fund ganase más de 2.000 millones de $ en 2009 y que más de mil millones de personas ganasen menos de un dólar al día? ¿Dónde está la optimización en este caso? En ningún lado, porque lo que la economía realmente es, es una ideología que justifica el enriquecimiento de los ricos, los cuales, por cierto, suelen financiar las facultades de economía que tan bien les sirven.

+ Es inestable. Por mucho que afirme que la “mano invisible” garantiza la existencia de un punto de equilibrio en el que oferta = demanda, la realidad es que ese punto de equilibrio no existe. Quien dude de esta afirmación que haga un seguimiento de los precios durante un año.

+ Es insostenible. La gran aspiración de la economía es dar con la fórmula para conseguir el crecimiento económico sostenido y a largo plazo. Creo que el estado del planeta nos muestra que ese objetivo no es saludable ni deseable. Como recuerda el ecologista Edward Abbey, “El crecimiento por el mero crecimiento es la ideología de la célula cancerosa.”

Y para rematar, después de estos tres zambombazos contra la economía, Orrell da el puyazo final: la ley de la oferta y la demanda, que aparece en el capítulo primero de todos los libros de teoría económica, no existe en el mundo real. La ley se basa en una obviedad: si crece la demanda de un bien, su precio subirá. El problema viene cuando se intenta expresar esa obviedad en términos matemáticos y se la quiere utilizar para realizar predicciones.

Orrell utiliza el ejemplo del mercado inmobiliario británico entre 1975 y 2009 para mostrar todo lo que no funciona con el concepto neoclásico de la ley de la oferta y la demanda: 1) No existen curvas de oferta y demanda puras como las que dice la teoría. La gente cambia sus opiniones y su comportamiento a lo largo del tiempo. La misma persona que quería vivir en un chalé con jardín en las afueras a los 30 años, a los 60 puede preferir un apartamento de 100 metros cuadrados cerca del centro y ese cambio de preferencia no tiene nada que ver con el precio. Además el precio de la vivienda se ve afectado por la economía global y por otros sectores de la economía. Si la Bolsa no para de subir (asunción dudosa), el interés por el inmobiliario como reserva de valor o como especulación, puede disminuir; 2) Es cierto que en general la demanda baja si el precio sube, pero no puede generalizarse a todos los mercados. Una casa puede verse como una inversión y la demanda descender menos de lo esperado a pesar de la subida del precio. Además el tipo de cambio y la dirección y cantidad por la que los precios están cambiando ejercen una influencia. Por ejemplo una subida fuerte de los precios de las casas puede reducir la oferta, ya que los propietarios de casas prefieren aferrarse a sus posesiones, e incrementar la demanda, al asumir los potenciales compradores que los precios seguirán subiendo indefinidamente y que es mejor comprar cuanto antes; 3) ¿Cómo analizar la oferta y la demanda de activos intangibles que son cada vez más importantes en nuestra economía y cuya oferta es teóricamente ilimitada? Ejemplos: la información, el acceso a una red, una marca…; 4) La curva de la oferta y la demanda se olvida de la importancia del contexto. El gobierno anuncia un impuesto del 5% al pan y los productores lo traspasan a los consumidores; seguramente la reacción de los compradores será disminuir su consumo de pan. En cambio, imaginemos que se ha producido una sequía, el precio del pan comienza a subir y se espera que siga subiendo. Aquí podría producirse un incremento de la demanda, ya que los consumidores podrían hacer acopio de pan en sus congeladores para prepararse a la subida del precio. Conclusión de todo lo anterior: no podemos tratar las curvas de la demanda y la oferta como dos curvas independientes y que responden únicamente al precio.

 

 

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