Comí con un agente literario que me dijo que hoy en día hay que escribir teniendo en cuenta que el público no lee. Entendí perfectamente lo que quería decir cuando leí “Dentro del caldero” de Kiyoko Murata, traducida por Makiko Sese y Daniel Villa y editada por Hermida Editores. Veamos algunas ideas sobre cómo hay que escribir ahora y que Murata ha aplicado a la perfección:
1) Que la novela sea breve, que la gente ya no está para leerse “Guerra y paz”. “Dentro del caldero” cumple a la perfección con sus 93 páginas escritas con letra grande. Por cierto con esto no quiero decir que una novela muy breve sea necesariamente mala. Tanizaki escribía como los ángeles y sus novelas solían ser breves.
2) Tienen que imperar los buenos sentimientos, que el lector cierre el libro con una sonrisa. “Dentro del caldero” es la historia de los cuatro nietos de la abuela que pasan el verano con ella, mientras sus padres están en Hawaii visitando al hermano pequeño de la abuela que acaba de dar señales de vida después de muchos años. Los nietos y la abuela se aman tiernamente y no hay grandes conflictos entre ellos. “Minako y yo compartimos la misma edad, 17 años, pero nuestras habilidades distan mucho una de la otra: ella no maneja con destreza el arte de pelar patatas, mientras que yo adolezco de la habilidad para rizar el cabello con la misma maestría que ella. En cierto modo éramos complementarias, capaces cada una de realizar la mitad de las tareas esenciales.” Bueno, ahora ya sabemos que pelar patatas y rizar el cabello son dos actividades que marcan la diferencia entre la gloria y el fracaso y que si sólo sabes hacer una de ellas, tu alma gemela será la persona que sepa hacer la otra.
3) Hasta el escritor más insulso sabe que tiene que meter algo de conflicto para que la novela avance. Murata lo hace e introduce algunos conflictos relacionados con el pasado. Por ejemplo, la protagonista descubre de repente que sus padres biológicos murieron; es hija de la hermana menor de la abuela, que murió a poco de darla a luz. Fue uno de los hijos de la abuela quien prohijó a la protagonista. La conmoción que le produce a la protagonista puede describirse perfectamente: es de cartón-piedra.
“A pesar de todo, el bebé nació, pero se quedó sin padre ni madre. De nuevo, una lágrima resbaló por mi mejilla. ¡Ah, ese bebé desafortunado era yo!
¡Vaya historia, parecía mentira! Me encontraba conmovida, sollozando.
La realidad es… Reflexioné mientras me secaba las lágrimas con una toalla.
Es verdad, aunque parezca increíble.
Los días subsiguientes transcurrieron en una profunda melancolía.”
Lo que veo en estas líneas son emociones impostadas. Cuando iba al taller de escritura, solían decirme: no me lo cuentes, ¡muéstramelo! Pues eso. Decir que tus días transcurren en una profunda melancolía impacta en el lector tanto como si le dices que pasabas las tardes comiendo chuches. Simplemente no lo ve.
“Sobre Shunkin” de Tanizaki está llena de conflictos reales y no de los insulsos de Murata. Shunkin es una hija de familia rica entregada a la música. Es ciega, autoritaria y una carga para los que la rodean. Aquí si que hay un conflicto. He aquí cómo Tanizaki despacha el conflicto: “En cualquier caso, tanto para su familia como para los empleados, fue de agradecer oírla que aceptaba a Sasuke como su discípulo. No se trata de cuestionar, por mucho que ella fuese un genio de la música, si teniendo tan solo diez años podía enseñar a otra persona convirtiéndose en su maestra; lo importante es que, de esta manera podría distraerse y ocupar su tiempo, aliviando la carga que ejercía sobre aquellos que la rodeaban. Se le proporcionaron, por así decirlo, unos «juegos de escuela« en los que el papel de compañero fue asignado a Sasuke…”
4) Una manera rápida de detectar cuándo una novela es inane, es cómo crea el autor a los personajes. Si el autor cree que crear un personaje es atribuirle dos o tres adjetivos y punto, está siendo inane. La caracterización es mucho más que eso. “Minako, mi prima, tenía la manía de poner música para estudiar, pero nunca lo hacía cuando hojeaba mangas o revistas tiradas en el suelo”; eso y que riza el pelo con primor es lo que nos dice la autora sobre el personaje. Sí, en la novela vemos actuar a Minako, pero en sus acciones no se refleja su personalidad; es un personaje de cartón piedra, como la novela. De hecho sería perfectamente intercambiable con la protagonista.
Veamos cómo un genio como Junichiro Tanizaki define a un personaje en dos líneas: “Para Ishii Shozo, Shinako era una mujer hábil a la hora de negociar y que siempre ocultaba sus verdaderas intenciones, por eso desconfiaba de todo lo que salía de su boca.” Ha logrado caracterizar a Shinako como alguien que para Shozo era una persora artera y poco de fiar.
5) Un escritor inane sabe que tiene que colocar descripciones del paisaje:
“Por mucho que avanzáramos, las formas cónicas de verde oscuro [se refiere a los cedros] se sucedían, una tras otra, cada vez más grandes. El cielo se mostraba tranquilo, como una cavidad, y la montaña permanecía silenciosa, casi irreal. La bicicleta, pulida con esmero por Shinjiro, rodaba suavemente.
De pronto, un color inusual captó nuestra atención entre el verde oscuro del bosque de cedros a nuestra derecha, justo cuando la pendiente comenzaba a hacerse más pronunciada. Entre el verdor circundante se destacaban unos árboles de marrón rojizo, marchitos, como si una fotografía descolorida hubiese sido insertada en ese paisaje…”
Aquí he hecho trampa. He transcrito una de las mejores descripciones del libro, una que está a dos pasos de salirse de lo inane y lo tópico. Pero que no cunda el pánico. Murata nunca permite que la genialidad literaria la alcance. Ella corre más rápida.
Veamos una descripción de Tanizaki, en este caso de una gata: “… El animal en cuestión era de raza occidental y, cuando recibían visitas, la gata se subía al regazo y se dejaba acariciar el mullido pelo. Ya fuera por el pelaje, el rostro o la compostura, Lily era una gata hermosa, de una especie poco común en esa zona, y a Fukuko le parecía entonces verdaderamente adorable…” Aquí la descripción está perfectamente engarzada en la historia. Tanizaki no describe acumulando adjetivos y tratando de mostrarlo todo. Tanizaki hace que su creación cobre vida con unos pocos detalles.
“Dentro del caldero” ha sido llevada al cine por Akira Kurosawa y ha recibido el Premio Akutagawa de novela. Lo primero no me sorprende. La novela es muy visual, consta de muchas escenas, y en manos de un buen guionista puede salir una película muy apañada. En cuanto a lo del premio… será la versión japonesa de nuestro Premio Planeta.
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