Emilio de Miguel Calabia el 27 dic, 2019 Miguel Delibes siempre me ha parecido un artesano competente de la literatura, pero no un gran escritor. Sus novelas nunca defraudan y se leen con gusto, pero no dejan las impresiones indelebles que pueden dejar, por ejemplo, un Javier Marías o un Enrique Vila-Matas. Me encanta su manejo del lenguaje. Utiliza un léxico muy rico, pero no se hace barroco. Es un estilo de escribir que a finales del XIX y en la primera mitad del XX se utilizaba mucho. Consigue aunar riqueza léxica con una impresión de sencillez estilística. Lo habitual es que a mayor riqueza de vocabulario, mayor barroquismo, y si no, ahí tenemos a Juan Manuel de Prada. La última gran novela de Miguel Delibes fue “El hereje”. Es la historia de Cipriano Salcedo, un comerciante castellano que toma contacto con las doctrinas luteranas e ingresa en uno de los conventículos luteranos que surgieron en la Castilla de las décadas de los 40 y 50 del siglo XVI y a los que se llevaron por delante los autos de fe de 1559. Tal vez lo mejor de la novela sea lo bien ambientada que está. Su descripción de Valladolid y su mundo mercantil en la primera mitad del siglo XVI está muy conseguida. Se nota que Delibes hizo un gran esfuerzo de documentación; a veces casi se nota demasiado, pero el gran artesano de la literatura que era Delibes, consigue frenarse a tiempo. Aquí me gusta compararle con un mal escritor, el Daniel Mason de “El afinador de pianos”, que casi en cada página quería que el lector se diera cuenta de todo lo que se había documentado para escribir ese bodrio. Un aspecto especialmente interesante de la novela es su descripción de las comunidades luteranas castellanas del siglo XVI, que es un tema sobre el que se ha escrito poco. El luteranismo fue uno de esos caminos no tomados por la Historia de España. Desde que muy al inicio el Emperador Carlos V optó por la defensa del catolicismo e hizo de ello la base ideológica de su Imperio, creo que el luteranismo no tuvo posibilidades de prosperar en nuestro país. He podido comprobar que el doctor Cazalla, que es quien introduce a Cipriano en el luteranismo fue un personaje real, que dirigió un círculo luterano que fue desmantelado por el Santo Oficio. Asimismo varios de los miembros del círculo que aparecen retratados en la novela, fueron personajes reales. Debo a Delibes haber entendido finalmente la doctrina de la salvación por la fe y por qué Lutero afirmaba que las buenas obras no servían para salvarse. Cristo nos redimió del pecado con su muerte en la cruz. Intentar alcanzar la salvación haciendo buenas obras, equivale a negar el sacrificio de Cristo. Peor aún, supone afirmar que nuestras obras pesan más en la economía de la salvación que el sacrificio del Hijo de Dios. Por cierto, que si alguien quiere saber algo más sobre el luteranismo castellano de ese período, puede consultar la monumental “Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII” de Julio Caro Baroja. Como digo, la ambientación es lo mejor de la novela. Delibes se esfuerza mucho por delinear a los personajes. Pero un personaje redondo es algo más que una suma inteligente de rasgos y la creación de una trayectoria vital coherente y atractiva. El protagonista, Cipriano Salcedo, es un hombre cuyo nacimiento causó la muerte de su madre, algo que de alguna manera nunca le perdonó su padre. Es un hombre serio, honesto y honrado. Es un hombre con un altísimo concepto de lo que son el amor y la lealtad. Se trata de un hombre cabal, valiente, sacrificado, al que no importan las comodidades ni los lujos. Le importa más luchar por las personas a las que quiere y por las ideas en las que cree. Parecen muchos rasgos para describir a un personaje, ¿verdad? Y sin embargo, no bastan para que el personaje de Cipriano sea un personaje redondo como Emma Bovary o Ignatius Reilly. Pienso que Delibes no era un gran creador de personajes; para eso hace falta un talento especial que él no tenía. De las novelas suyas que he leído, el personaje que me parece más logrado es el de Cecilio Rubes, el padre de “Mi idolatrado hijo Sisi”, que no sé por qué no es una de sus novelas más leídas, cuando debería serlo. Por lo demás la trama de la novela es digna y se deja leer, pero no llegó a entusiasmarme. La comparo con “Opus nigrum” de Marguerite Yourcenar, que sigue unas líneas muy parecidas, narrando la biografía de un humanista flamenco del siglo XVI con una ambientación muy cuidada, y la diferencia es obvia. Me quedo claramente con la novela de Yourcenar, que me parece mucho más rica en cuanto a ideas, a la descripción de los personajes y a la ambientación. En resumen, una obra buena, bien construida, donde se nota el oficio del autor, pero a la que le falta esa nota de genialidad que diferencia a los grandes libros. Literatura Tags El herejeJulio Caro BarojaLiteratura espanola siglo XXLuteranismoMarguerite YourcenarMi idolatrado hijo SisiMiguel Delibes Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 27 dic, 2019